Sebastiana
Barráez/ 18
de Abril de 2019
@SebastianaSin
Tomado de Infobae
La presencia de 605 militares, principalmente en Cúcuta (Colombia) y Boa Vista (Brasil), que decidieron apoyar a Juan Guiadó, a quien reconocieron como su Comandante en Jefe, ha traído consigo la atención de los grupos delictivos que pululan en la frontera colombo venezolana. Son organizaciones paramilitares, guerrilleras y hasta narcotraficantes, quienes han visto en los uniformados venezolanos una buena opción para captar combatientes.
Ha llamado la atención de los irregulares la serie de protestas por parte de algunos de esos militares, quienes han venido reclamando la poca atención por parte de Kevin Javier Rojas Peñaloza y Edith Rossana Barrera Castillo, nombrados por Guaidó como responsables de los aspectos de comando, logística y seguridad de los militares que están en Cúcuta y que son la mayoría de quienes desconocieron a Nicolás Maduro. Además hay 356 civiles.
El
principal problema es que los militares no tienen la documentación por parte de
Colombia que les permita estar legalmente en el país vecino, ni se les permite
trabajar. Es por ello que dependen de los refugios o los hoteles donde están
hospedados, los cuales ya han empezado a presentar problemas, por problemas de
pago.
Es ahí cuando emisarios de los grupos irregulares han llegado para tratar de captarlos, argumentando que necesitan escoltas, hombres de seguridad, vigilantes entre otros.
Hay quienes
cedieron a la tentación para descubrir que los jugosos ofrecimientos en dólares
implican algo más que ser guardaespaldas de alguna figura política o de dinero.
“Es un grupo delictivo, para lo cual ofrecen darnos entrenamiento con armas de
gran potencia. Lo que esconde la oferta final es la cárcel o la muerte”,
comenta uno de los contactados.
Los grupos
al servicio del narcotráfico son más directos al tratar de captar a alguno de
los militares. Son los que ofrecen más dinero y con ello mayor riesgo.
Un grupo paramilitar
se presentó ante algunos militares, haciéndose llamar “La Empresa” y ofreció
entrenarlos, con armas de guerra, y muy buena paga, con la excusa de preparar
un ejército que enfrente a los mal llamados colectivos en San Antonio y Llano
Jorge (Venezuela).
En el hotel Villa Antigua, el que más alberga, hay militares que están entrenando a sus compañeros para ingresarlos a los grupos irregulares; ahí solo hay hombres, es decir, no hay familias o mujeres ni niños, como en otros refugios, lo cual se presta para desarrollar la actividad.
A medida
que la situación se ha complicado y se elevan las protestas de los militares requiriendo
la atención del general de división (Av) Francisco Yánez Rodríguez, más ofertas reciben de los grupos
irregulares.
Uno de los
oficiales se comunicó con el encargado militar designado por Guaidó y le
transmitió este mensaje al resto de sus compañeros: “Acabo de hablar con mi general Yánez, con relación que se está
suscitando en los demás hoteles y lo que pudiera pasar aquí, donde deben en
administración. Él dice que nos garantizan la estadía y la alimentación”.
Y siguió “le pregunté sobre la Agregaduría Militar y dijo que eso es
imposible. También le pregunté si le podíamos enviar, aunque sea 100 mil pesos
a nuestras familias, respondió que no es posible. Me dijo que no tenían
recursos. Estemos claritos, aquí no hay recursos para nada. Lo que está
llegando para pagar la alimentación y hospedaje de nosotros, es a través de organismos no gubernamentales
y personas que donan. Así que señores, lo que les aconsejo es buscar empleos.
Le pregunté qué pasó con nuestro estatus legal y respondió que con el
presidente Guidó le pasó al equipo del presidente Iván Duque, para que nos
dieran el Permiso Especial de Permanencia (PEP), pero que Colombia es la que no
ha hecho las diligencias pertinentes. No me dio respuesta sobre la decisión de
algunos de irse a otros países. Así que quitémonos la idea de trabajar en la
agregaduría militar o en las embajadas. Solo podemos esperar por lo que haga
Colombia”.
Los militares murmuran, se sienten abandonados, preocupados y se ha empezado a dar una serie de hechos alarmantes. Algunos, con mala conducta, se han dedicado a vender droga cuando salen de los hoteles o refugios, otros la consumen. Hay militares que se han convertido en captadores de sus compañeros para que ingresen a los grupos guerrilleros, paramilitares o de narcotraficantes.
Hay
militares con hasta dos años que desertaron de la Fuerza Armada y se integraron
al grupo de los oficiales o tropa activos que pasaron el puente Internacional
el 23 de febrero para apoyar a Guaidó.
Por lo
menos un par de ellos tiene antecedentes por robo en las instalaciones
militares o delitos por lo que fueron dados de baja de la FANB. Entre los
militares son llamados “líderes negativos”.
Tratando de lograr alguna solución al problema de los militares en refugios, el sacerdote Sergio Enrique Sanmiguel Muñoz, junto con el coronel técnico como coorganizador Gerardo Armando Parada Durán, ha planificado, para el 21 de abril a las 6 de la mañana, La Ruta por la Dignidad del Migrante en Solicitud de Refugio en Colombia. Es un evento que trata de que los militares venezolanos en Cúcuta caminen hasta Bogotá para reunirse con el presidente Duque y solicitarle que se regularice su situación para poder trabajar.
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