Carlos Julio Peñaloza Zambrano y Herminio Fuenmayor alertaron sobre las intenciones de los militares que se confabulaban para derrocar a Carlos Andrés Pérez en la asonada que dejó centenares de muertos el 4 de febrero: cómo y por qué los ignoraron
Sebastiana Barráez/ lunes 8 de febrero 2021
@SebastianaB
Tomado de Infobae
El oficial del Ejército venezolano que estuvo más cerca de impedir que Hugo Chávez materializara la intentona golpista del 4 de febrero en 1992, que acaba de conmemorarse, fue el general de División del Ejército Carlos Julio Peñaloza Zambrano, un tachirense que desde hace años vive fuera del país. “Peñaloza sabía, informaba, desesperaba, jamás hubo un concurso de tantos sordos, porque nos negamos a creer que fuera de ineptos o de alcahuetes”.
La historia fue contada cuatro años después del
intento de golpe del 4F, en el libro “Los golpes de Estado
desde Castro hasta Caldera” del general de División (Av) Iván Darío Jiménez
Sánchez, fallecido en mayo 2017, quien fuera ministro de la Defensa desde junio
1992 a junio 1993; de hecho, el oficial muy querido y respetado en la
institución castrense, enfrentó el intento golpista del 27N.
Según lo narrado por Tequilón, como cariñosamente
llamaban sus compañeros al general Jiménez, el general Peñaloza intentó
“cerrarle el ascenso al mayor Chávez Frías, al final, por carecer de pruebas
tangibles hubo de renunciar a su intención, no tenía evidencias, pero sabía de
las andadas de Chávez, no podía deshacerse de él arbitrariamente, los
reglamentos no lo permiten y Chávez tenía fama de ser un excelente oficial, a
pesar de algunos “trastabilleos” en el curso de Estado Mayor”.
Hubo un antecedente significativo y fue cuando el 26
de octubre de 1988, el mayor Soler Zambrano moviliza los tanques Dragones hasta
la esquina de Carmelitas. “El general Peñaloza mandó a detener al mayor Chávez
y a los demás conjurados en diciembre de 1989 porque presuntamente tomarían el
poder aprovechando la movilización general de las Fuerzas Armadas con motivo de
las elecciones de gobernadores. ¿Cómo es que posteriormente fueron colocados
como comandantes de unidades claves?”.
Otra de las preguntas de Jiménez es “¿Por qué razón,
si Chávez Frías reprueba una materia del curso de Estado Mayor, se le da una
segunda oportunidad para reparar, cuando es sabido el estricto carácter de estos
estudios, donde no existen tales concesiones? ¿Si se manejaba toda la
información anterior por qué, a pesar de no tener pruebas incuestionables como
para arrestar a los comandantes de febrero, se destituye al general Herminio
Fuenmayor, director del DIM, quien por poco obtiene las tan cacareadas pruebas?”
La conclusión del exministro de la Defensa en su obra
es que “alguien o algunos cuidaron los pasos de los comandantes, sea dentro del
Ejército (acaso algunos de los oficiales pertenecientes a Los Notables) sea
dentro de otros sectores de la vida nacional, se encargaron de sacar del camino
aquellos que se interpusieron o tenían la certeza de la asonada que se estaba
preparando”.
El oficial coloca la duda en algunos parlamentarios
del año 1996, “o siguen escribiendo bajo una aureola de “intachables”
periodistas, o siguen lanzando prédicas “evangelizadoras” a su rebaño, o
disfrutan de un merecido retiro luego de “sacrificados” 30 años de servicios a
la patria”.
El documento
El general Jiménez Sánchez revela que existió un
documento militar secreto denominado “Análisis de la Situación del Día 4-2-92”,
que fue el análisis de antecedentes y hechos “sobre diversos tópicos militares
con clasificación de seguridad, dependiente de la información manejada, nos
señala luego de la asonada militar del 3 de febrero de 1992 serias
informaciones que indican que Peñaloza no andaba tan errado como se pensaba”.
Según ese informe al que hace alusión el extitular
castrense, un militar que había sido contactado se lo notificó a su superior “quien
lo llevó ante el Comandante de la Primera División de Infantería, el general de
División Pedro Remigio Rangel Rojas (año 1988-1989), éste puso en conocimiento
de los hechos al general de División Carlos Julio Peñaloza quien para esa fecha
era Jefe del Estado Mayor General del Ejército”
“La fuente fue llamada al Comando del Ejército cuando
recibió el general Peñaloza y allí informó al Alto Mando de esa Fuerza para ese
momento, detalles del caso, de allí fue llevado ante la presencia del Ministro
de la Defensa, general de División (Av.) Filmo López Uzcátegui, quien también
hizo referir el recuento de los hechos a otras personas como lo fueron, el Dr.
Torres Agudo y el Dr. Alejandro Izaguirre (Director de la Disip y Ministro de Relaciones
Interiores respectivamente)”.
La fuente informó a todos los altos oficiales lo siguientes
“Que a él se le había contactado para que se encargara de matar al Comandante
de la Guarnición de Maracaibo, donde se iniciaría el movimiento sedicioso. Para
esa fecha (año 1988-1989) él estaba sirviendo en esa Guarnición y el comandante
de la misma era el general de División Pedro Remigio Rangel Rojas”.
“Que los supuestos implicados por él conocidos o
quienes lo contactaron eran: Andrés Velázquez (para la época gobernador del
estado Bolívar), Pablo Medina (miembro de La Causa R), senador Carlos Alberto
Azpurua, mayor Italo Brett Smith, teniente coronel Noé Acosta Olivares y
coronel (GN) Méndez Russo”.
“Que los
dirigentes militares de las acciones planificadas eran Tcnel. Chávez Frías,
Tcnel. Urdaneta Hernández, Tcnel. Martínez Morales, Tcnel. Ortiz Contreras,
Tcnel. Acosta Olivares y otros, todos ellos para aquel entonces eran mayores. Que
existía el compromiso de integrantes de otras Fuerzas (Fuerza Aérea, Armada y
Guardia Nacional) de apoyar irrestrictamente el movimiento”.
“La “fuente” como se denomina al informante, no era
otra persona que el mayor (Ej.) Orlando Madrid Benítez quien, en el año de
1988, primero por intermedio de su superior inmediato, para entonces el general
Rangel Rojas, luego directamente al general de División Carlos Julio Peñaloza
Zambrano le mantendrá al tanto sobre los conciliábulos de corte conspirativo y
la organización de las operaciones para el logro de tales fines”.
El avance del general
Narra Jiménez en su libro que, conocida la información
aportada por Madrid Benítez, “el general Peñaloza no se inmuta, ahora ha
añadido nuevos indicios incriminatorios a los que ya maneja desde la Academia
Militar, no se precipita, le ordena infiltrarse, grabar las reuniones e
informar”.
“El mayor a juzgar por sus informes o notas
informativas se limita a grabar las reuniones y hacer un relato, no profundiza
en nombres ni acciones, “se hicieron comentarios sobre oficiales comprometidos
y unidades involucradas en el movimiento”, sin embargo va a aportar a los organismos
de inteligencia, información de primera mano, que si bien no eran indicios
suficientes para enjuiciar a todos los involucrados, sí habría permitido tomar
otras medidas de carácter administrativo como movimientos repentinos de
personal que trastocaran los planes previstos por los conspiradores, porque
dejarles seguir el juego hasta las últimas consecuencias pudo haber sido
decisivo y favorable para los conjurados”.
Sin duda que el oficial que dirigió el Ministerio de
la Defensa expresa, no sin cierta impotencia, que “una simple medida de
carácter administrativo, tomada a tiempo y de manera responsable, tal como
rezan los múltiples reglamentos y procedimientos de administración de personal,
como rotación de mandos o bajas disciplinarias, (arbitrarias en su apariencia)
habría evitado la apertura de 13 averiguaciones sumariales de carácter penal
por parte de los Consejos de Guerra Permanente de las guarniciones de Maracay,
Valencia, Guárico y Distrito Federal, todas acumuladas por conexidad en el
último de los nombrados”,
Agrega que “se habría evitado que se reportara como
bajas de combate a 1 capitán, 2 subtenientes, 1 sargento segundo, 2 cabos
segundos, 4 distinguidos, 7 soldados, 1 guardia de honor y 1 guardia nacional,
4 agentes policiales, y 4 ciudadanos civiles; se habría evitado los autos de
detención por iniciadores o jefes en el delito de rebelión militar, de
conformidad con los artículos 476, ordinal tercero en concordancia con el
artículo 477, ordinal primero, del Código de Justicia Militar a 6 tenientes
coroneles, 5 mayores, 20 capitanes, 13 tenientes 4 subtenientes y 5
suboficiales; se habría evitado los autos de detención en el grado de
adherentes a rebelión militar, de conformidad con los artículos 479, y 477,
ordinal segundo ejusdem a 3 mayores, 10 capitanes, 25 subtenientes, 25
suboficiales, 8 sargentos de tropas y a la irrisoria y nada confiable suma de 8
civiles”.
“Ni la detención preventiva y posterior liberación,
que deja dudas y “mal parada” su situación dentro del Cuerpo del Ejército, por
la falta de credibilidad en las lealtades, que por razones obvias crea, a 215
militares, acordadas en el auto de libertad inmediata, así como los 115
sobreseimientos por vía de gracia; ni la reclusión de 4 tenientes coroneles, 1
mayor y 19 capitanes en el Cuartel San Carlos, en el anexo militar de Yare de 2
tenientes coroneles, 3 mayores, 6 capitanes y un suboficial, ni de 11 tenientes
y 1 suboficial en el Lino de Clemente”.
En conclusión, dice que “se habría evitado el fraccionamiento de más terribles consecuencias para el estamento militar creando bandos y rivalidades, inclusive en familias con nexos cercanos, todo ello cuestiona a la alta cúpula del Ejército. Como sana y aleccionadora medida las órdenes de aperturas de averiguaciones sumariales debían haber sido secundadas por una remoción masiva de los oficiales que se dejaron desbordar por sus unidades, así como también remover a sus superiores inmediatos”.
Fuenmayor y Peñaloza
Llama la atención el general Jiménez en “otro
controversial personaje (tal parece que el destino los unió en el tiempo que
les tocó prestar servicio), el general de Brigada Herminio Fuenmayor -director
del DIM por la misma época en que el general Peñaloza es Comandante del Ejército-,
tampoco muy querido por su carácter, pero más que todo por el agudo sentido
para observar y deducir”.
“Herminio Fuenmayor logra establecer una eficaz red de
inteligencia y con extraordinaria precisión, da con la pista de los cofrades,
tiene nombres y suposiciones, que hoy no son ni tan descabellados, inexactos y
mucho menos alarmistas. Corría el año de 1991 y sus “chocantes” declaraciones
en relación a este proceso producen su “renuncia”, las razones oficiales de su
remoción nos parecen artificiales”.
“Eliminado Herminio Fuenmayor queda desarticulada la
red de inteligencia que pisaba los pasos a los conjurados y se pierde así una
real posibilidad de desmontar en buena parte los tentáculos de la conspiración”.
“¿Los desvaríos de Fuenmayor, las impertinencias de
Peñaloza?, luego de cotejar las demás advertencias ya no nos parecen ni tan
desvariados ni tan impertinentes, lo que sí nos parece fue que se cometió un
gran error al no oírlos e impedirles que trasmitieran sus inquietudes, el no
investigar a fondo aquello que tanto se repetía, otro claro ejemplo de lo
infalible que se creen los que ostentan el poder”, dice el general Iván Darío
Jiménez en su obra escrita.
https://www.infobae.com/america/venezuela/2021/02/08/dos-generales-intentaron-frenar-el-fallido-golpe-de-estado-de-hugo-chavez-en-1992-pero-no-fueron-escuchados-el-informe-secreto/
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