En cualquier institución donde se cumpliera a Ley y se respetaran los derechos humanos, los funcionarios se identificarían plenamente. Pero en El Rodeo trabajan "Tiburón", "Warlok", "Centurión" y al menos 14 carceleros cuya identidad se oculta
Sebastiana Barráez/ viernes 17 de mayo 2024
@SebastianaB
Tomado de Infobae
El subdirector, Warlok, es un hombre, moreno claro, algo gordo, con una barba más extendida que Tiburón, pero igual de descuidada; su estatura es mediana y utiliza lo que en la santería se llama un mazo, una pulsera gruesa de colores predominantes verde con amarillo y poco blanco; eso indica que es babalao.
Como Jefe de Régimen estaba Isaac, un hombre moreno, que ha sido sustituido por otro identificado con el alias Centurión, un hombre de estatura bastante baja, de ojos claros, algo fornido y su voz es ronca.
Hay mucho personal, pero los 10 custodios hombres más visibles: Flokio, Denver, Río, Centurión, Igor, Cars, Mufasa, CR7, Strong y Thor. Las cuatro mujeres carceleras son: Merlina, Cataleya, Cruz y Miranda. Todos los vehículos del personal de la cárcel tienen, en la placa, un acrílico negro para que no se identifique el número. Todos usan uniformes con mangas largas. Han ideado intercambiarse las etiquetas con sus alias, para confundir y evitar ser identificados.
Siempre termina llorando
Ni una llamada telefónica les han permitido a los enviados al Rodeo I, con la excusa de que “como el lugar es nuevo (remodelado) no han traído teléfonos, porque no hay presupuesto”, fue la respuesta de uno de los carceleros ante el reclamo de los familiares. Lo que sí se aseguraron de llevar fueron teléfonos para la sala de visitas y que así familiares y detenidos hablaran a través de esos aparatos, teniendo un vidrio de por medio.
La falta de presupuesto para instalar teléfonos en el lugar y permitir la comunicación de los detenidos con sus familiares, es falsa, porque sí hay teléfonos en el Rodeo I para las comunicaciones telemáticas que han hecho para determinados juicios.
Desde que la visita llega a la cárcel, los custodios los atienden con cordialidad, pero con reglas rígidas y sin consideración alguna para con las personas mayores. “Son pasos que debemos caminar encapuchados y asustados. Es todo un maratón ir, esperar, que te encapuchen y caminar 180 pasos hasta el lugar donde veo a mi amado ser por solo 20 minutos. Todas las fotos las toman cuando aún no nos han encapuchado Siempre termino llorando”.
Es un sentimiento que me invade; sé que estamos solos, sé que no hay ninguna autoridad a quién recurrir, porque todos participan de esa tortura silenciosa, peor que física. Solo le pido a Dios que esto termine ya”, le dice a Infobae el pariente de uno de los detenidos en El Rodeo I.
Ante la pregunta de qué ha cambiado desde que trasladaron a su familiar a ese lugar, dice sin dudar “todo. Ahora tengo más miedo por lo que pueda pasarle a él y a todos los demás detenidos. Se le nota que está mucho más delgado, la piel es más opaca y amarillenta, los ojos más hundidos y tristes. No me permiten hablar libremente, siempre con una amenaza de que suspenderán la visita y que no permitirán que vuelva a visitarlo. Uno tiene miedo porque el ser querido nuestro se queda en manos de esos sujetos”, dice finalmente.
Los quieren muertos
Los funcionarios, esbirros entrenados para mentir, en El Rodeo I, juegan al policía bueno y al policía malo. Una persona, en una carta que escribió a Naciones Unidas revela que “ese lugar es un centro de concentración, al estilo de lo que, según hemos visto en películas, implementó el nazismo en la Segunda Guerra Mundial. No permiten libros, aunque por fin aceptaron que los presos pudieran leer la Biblia. Ahora permiten que algunos salgan al patio 40 o 45 minutos a actividades deportivas”.
Agrega en la misiva que “no les dan suficientes alimentos, mucho menos vitaminas o suplementos alimenticios. Por eso todos esos muchachos están flacos y anémicos. Tampoco permiten que le llevemos nada, ni agua. Y las condiciones que tienen en la celda son insalubres, con una poceta dentro de la pequeñísima celda, donde duerme y come, casi siempre con las manos”.
En el relato, explica que varios familiares de los presos políticos que antes estaban en la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) y en el Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) no han tenido ningún tipo de contacto con ellos desde que fueron llevados al Rodeo I.
“A algunos les han permitido fotos familiares que pueden tener en sus celdas. Permiten el ingreso de dos cartas por preso, las cuales son de una sola página y puede estar escrita por ambas caras, pero luego de leerlas deben entregarlas a los custodios que las regresan a sus familiares. Lo que están intentando con los detenidos es que se enfermen y finalmente mueran”, destaca la misiva.
El Ministerio de Régimen Penitenciario, desde que Hugo Chávez lo creó, ha tenido tres mujeres como ministras: María Iris Varela Rangel, quien estuvo más de 6 años, con fuertes señalamientos por relación con los jefes de los grupos criminales (pran); le siguió Mirelys Zulay Contreras Moreno, quien salió del cargo tres años después, teniendo en su récord la muerte del indígena pemón Salvador Fernando Franco Pérez a quien se negó a enviarlo a recibir asistencia médica.
Luego, en febrero 2023, es nombrada la vicealmirante Celsa Sirley Bautista Ontiveros, graduada en la Escuela Naval de Venezuela en la promoción 1986, siendo la Nr. 88 en orden de mérito. Pasó a retiro en el 2019, luego de ser agregada militar naval en varias embajadas de Venezuela: Ecuador, Países Bajos y Bélgica. Es esta oficial retirada la actual ministra y por ello también responsable de lo que ocurre en El Rodeo I, desde que el 19 de febrero cuando empezó el traslado de detenidos de los otros centros de tortura a El Rodeo I.
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