Los casos de un agente chavista que quedó en evidencia por no saber ni una palabra del himno colombiano, de un sargento que vendía jugos frente a un cuartel y de otro uniformado que apareció entre un grupo de opositores en España revelan el modo de operar del gobierno de Nicolás Maduro
Sebastiana Barráez/30 de Junio de 2020
@SebastianaB
La noche del 26 de junio, en el barrio Siete de Agosto de Bogotá, organismos de Inteligencia colombiana capturaron a Ramón Rodríguez Guerrero, a quien prevén imputarle delitos, tales como falsedad en documento público y tráfico de migrantes. Pero no es una persona de interés para el vecino país solo por esas razones, sino por algo mucho más complejo y que ha sido un procedimiento común del régimen venezolano desde hace años: implantar espías para obtener información clave.
Una de las cosas que les llamó la atención a los funcionarios neogranadinos fue la entrada y salida de venezolanos, entre ellos militares desertores, de la vivienda. La vigilaron desde hace meses y observaron que entregaba a los migrantes carros de perros calientes para vender en las calles.
Aunque Rodríguez Guerrero dijo haber
nacido en el departamento del Arauca e incluso desde hace cinco años sacó una
cédula colombiana falsa, casi de inmediato detectaron la mentira cuando le
pidieron entonar el himno nacional y el hombre no llegó ni a la palabra
inmarcesible, debiendo reconocer que es venezolano. Con a identidad falsa logró
obtener pasaporte y viajaba constantemente a Panamá, lugar desde el cual se
hacen más fácil viajar directamente a Caracas, incluso con escala en Cuba.
Rodríguez se hacía pasar por opositor
radical a Nicolás Maduro, pero el Gobierno colombiano detectó que no solo es
hermano de una dirigente del chavismo sino que él mismo es simpatizante de la
revolución bolivariana y tendría nexos con el grupo guerrillero Ejército de
Liberación Nacional (ELN) en Apure, donde tendría familiares según reveló el
Diario El Espectador de Colombia.
Los documentos de identidad que portaba Rodríguez Guerrero no pasaron la prueba, aun cuando los soportaban una partida de nacimiento del vecino país, cuyo número de folio había sido copiado de otro documento. El mismo estilo utilizado en Venezuela, para dar documentación a personas provenientes de otros países, sobre todo en la época en que Hugo César Cabezas Bracamonte estuvo al frente de la Oficina Nacional de Identificación y Extranjería (Onidex).
Luego de un año de hacerle seguimiento, a principios
de junio, el Ejército colombiano detuvo al militar venezolano Gerardo José
Rojas Castillo, quien entró a Colombia solicitando Refugio y en realidad
estaría prestando servicios de espionaje al régimen venezolano; eso ocurrió en
la carretera entre la ciudad de Valledupar y el departamento de La Guajira, en
la frontera colombo venezolana.
En el comunicado que emitió el Ejército colombiano, destacaron que “en el momento de su aprehensión esta persona tenía en su poder documentos que le acreditan como militar activo en el grado de sargento segundo”.
En una alcabala ubicada en un punto llamado La Ye de
Corazones, fue detenido Rojas Castillo, quien a juicio de Inteligencia
colombiana estaba en ese territorio para espiar las unidades militares,
especialmente en los departamentos de La Guajira y Cesar.
Dijeron las autoridades colombianas que el S2 Rojas
tenía un puesto de venta de jugos frente a instalaciones militares del Ejército
“y posteriormente logró ingresar a una empresa de Transportes de Valledupar
como vigilante de seguridad, lo que le daba facilidad para vigilar los
movimientos externos de la Décima Brigada Blindada”.
Uno de los hechos más resaltantes es que el oficial
recibió entrenamiento militar por parte de la Dirección General de
Contrainteligencia Militar (Digecim), entre ellos los cursos de cazador, de
Fuerzas Especiales o Caribe, de paracaidista, de mando y conducción, y de
infiltración.
Aunque se ha dicho que Rojas Castillo ingresó, a
territorio colombiano, junto con los militares del 23 de febrero 2019, que iban
a acompañar el ingreso de la Ayuda Humanitaria, la verdad es que entre la gran
cantidad de uniformados que dieron apoyo al gobierno interino, ninguno lo
recuerda ni de vista, trato o comunicación.
También España
A
principios del año 2016 varios venezolanos le pidieron al Gobierno español que
se investigara la actividad de espionaje del entonces teniente coronel José
Rafael Vásquez Mora, quien era funcionario en la embajada de Venezuela en
Madrid y se había infiltrado en grupos opositores que realizaban actividades,
contra el gobierno de Nicolás Maduro, especialmente la Asociación de
Estudiantes Venezolanos en España, la Plataforma Democrática de
Venezolanos en Madrid y la Asociación Civil de Venezolanos.
España se quejó y finalmente debieron salir de España 16 militares acreditados como personal diplomático de Venezuela en ese país, entre ellos Vásquez Mora, quien cumplía funciones como oficial adjunto a la Agregaduría de Defensa, pero se hacía pasar como estudiante opositor, usando nombres falsos, tales como Sebastián Urdaneta.
Un teniente retirado que responde al nombre de Edmelcar Delgado, fue
clave para desenmascarar a Vásquez Mora, además de revelar que, en España, Estados Unidos, Panamá y
Colombia, la labor de los agregados militares en las embajadas es la del
seguimiento de personas opositoras al régimen venezolano.
Hay gran cantidad de
militares y civiles descubiertos como espías, al servicio del régimen
venezolano. Uno de los casos más emblemáticos fue lo sucedido con quienes
pasaron a Cúcuta en apoyo a Juan Guaidó, a la lista de sumaron varios militares
o policías de inteligencia que prestaban servicios de pasar información a los
cuerpos de seguridad en Venezuela.
Incluso mucho después de
haberse disuelto los grupos de Cúcuta, varios de los espías han tratado de
influir en las necesidades de ellos para presentarles ofertas nada
despreciables, para que regresen a Venezuela, donde los cuerpos de inteligencia
como Sebin o Dgcim actúan como intermediarios para que les quiten las
sanciones, a cambio deben grabar un video diciendo que Guaidó los traicionó,
incluso señalando de estar involucrados en actos conspirativos a varios
dirigentes de la Oposición venezolana.
Una de las revelaciones que
hizo el general Cliver Alcalá, antes de que la DEA se lo llevara para Estados
Unidos, es que cuando estaba al frente de los campamentos, se percataron de
varios espías del régimen venezolano, a quienes echaron de los mismos.
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