El chavista aprendió, desde hace casi un año, ciertos códigos en el ajedrez castrense y ha venido moviendo piezas a su favor. La relación con los poderosos Vladimir Padrino López y Diosdado Cabello
Sebastiana Barráez/
@SebastianaB
Hace ocho años,
Nicolás Maduro llegó, como encargado a la presidencia, sin ningún tipo de
soporte en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). En el 2013 y con la
muerte de Hugo Chávez, asume legal y legítimamente la presidencia de la
República y la Comandancia en Jefe de la institución castrense, con un profundo
rechazo puertas adentro de los cuarteles. Ha librado varias batallas, pero sin
duda que su mejor arma, para esa relación con los militares y para neutralizar
a Diosdado Cabello, ha sido el GJ Vladimir Padrino López en el Ministerio de la
Defensa. Hoy ese tiempo ha cambiado.
Maduro supo
esperar. A su llegada fue consciente de que no se lucía ante el tablero
militar. Las primeras jugadas le resultaron un fracaso, como aquella del 2016
de regresar a los cuarteles al mayor general Carlos Alberto Osorio Zambrano
nombrándolo, en enero, Jefe de la Región Estratégica de Defensa Integral (REDI)
Central y ocho meses después ingresarlo al Alto Mando Militar como Inspector
General de la Fuerza Armada con miras a sustituir a Padrino López en el
Ministerio. Cuando sintió la importancia del rechazo que el alto oficial tenía
entre quienes tienen el monopolio de las armas, entendió que ese era un terreno
árido para él, donde no se podía permitir cometer errores que lo pudieran sacar
de la presidencia.
Es así como el
experimento se acabó, un año después, cuando en noviembre 2017 nombró a Osorio
en el Ministerio de Transporte, donde estuvo hasta junio 2018, es decir solo
siete meses; de ahí lo ha enviado a otros cargos, ninguno militar.
Maduro, quien
nunca confió del todo en Padrino, optó por dejarlo en Defensa, considerando que
no tenía a la vista otro oficial incondicional o neutral que lograra mantenerle
estable la Fuerza Armada, mientras avanzaba en su progresiva destrucción. Su
mirada estaba puesta sobre el poder de Diosdado Cabello, cuya promoción se iba
acercando a la cúpula de los rangos militares. Jugaba así Maduro
simultáneamente con dos aspectos: no dejar avanzar a Diosdado en ascendencia y
liderazgo entre los uniformados y ahogar el brote de conspiraciones.
No tenía Maduro
mejor candidato que Padrino López, con su destacada carrera militar, con la
ascendencia y liderazgo generalizado en la institución, con la capacidad de
armonizar las diferencias internas y cerrándole el avance al grupo del
presidente de la Asamblea Constituyente.
En esas luchas por
el poder no hay amigos y así le quedó muy claro a Padrino cuando propuso al
Almirante en Jefe Remigio Ceballos Ichaso, para que lo sustituyera como jefe
del Comando Estratégico Operacional (Ceofanb). Pero el Almirante, de la
promoción 1985 “Contralmirante Agustín Armario”, fue su pupilo hasta que empezó a
aspirar con sustituir a Padrino que es promoción 1984. Maduro aprovechó las ya
marcadas diferencias. Alentó a Ceballos, pero se encontró con un muro similar
al que no le permitió avanzar con el general Osorio; la falta de liderazgo y
ascendencia del almirante en la institución castrense. Y otra vez ganó Padrino.
Y llegó el 30
Quizá en algún momento se sepa la
verdadera implicación, si es que la hubo, de Padrino López en la conspiración
que llevó a la Operación Libertad del 30 de abril 2019, aquella madrugada que
llevó a más de un centenar de militares y comandos a manifestarle apoyo a Juan
Guaidó. Tal vez, solo haya sido el plan premeditado del general Manuel Ricardo
Cristopher Figuera para que le retiraran las sanciones y él lograra el camino
fácil para ingresar a los Estados Unidos.
Lo que sí es cierto es que el otrora jefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), un oficial absolutamente convencido de las bondades del régimen cubano y su admiración por los Castro, dejó en Maduro la duda de la traición de Padrino; el Ministro no fue sustituido en ese momento, porque como Comandante en Jefe de la FANB necesitaba demostrar que tenía el control de sus subalternos militares y civiles. Pero le restó poder, acentuó las diferencias con Cabellos Ichaso, quien sigue esperando llegar al Ministerio.
Maduro aprendió,
desde hace casi un año, ciertos códigos en el ajedrez de la Fuerza Armada y ha
venido moviendo piezas de manera más acertada. Lo acaba de demostrar al pasar a
retiro a 53 oficiales de la promoción de Diosdado Cabello; esperó unos días por
la reacción. Se aventuró a reintegrar a unos oficiales, entre esos a dos del
Ejército: José Vicente Ramírez Soyano,
presidente del Banco de la Fuerza Armada; y a César Augusto Figueira Peralta, Comandante
Logístico Operacional del CEOFANB. El otro a quien le prorrogan por un año la
vida activa en la FAN es al MG Pedro Alberto Juliac Lartiguez, quien era el Comandante de la
Aviación Militar y ahora es el Segundo Comandante y Jefe del Estado Mayor del Ceofanb.
Félix Ramón Osorio
Guzmán, promoción 1990, recién ascendido a Mayor General, venía ocupando el
cargo de Rector de la Universidad Militar Bolivariana. Es un hombre del grupo
de Diosdado Cabello a quien Nicolás Maduro se aseguró de no colocarlo en cargo
de comando y lo envía al Viceministerio de Educación para la Defensa, un cargo
meritorio en lo que a formación intelectual se refiere, pero sin duda de muy
poca valía para un oficial de alto grado y cero poder de fuego; sustituye
Osorio al almirante Eladio Jiménez Rattia, que habrá tenido poca actividad en
las aulas universitarias para hacer gala de su especialidad como submarinista.
Otro de los oficiales ratificados es el Mayor general Víctor Augusto Palacios García como Contralor General de la Fuerza Armada. Y el MG Hernán José Gil Barrios ahora es el Inspector General de la FANB; el pertenece a la II Promoción “Batalla de Niquitao” 1988, donde quedó de número 31 en el cuadro de honor.
Si Maduro termina de configurar su
juego de ajedrez militar, con toda seguridad hará cambios importantes después
de las elecciones de diciembre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario