El testaferro de Nicolás Maduro se quejó de las condiciones de su arresto ante el gobierno de Cabo Verde, donde la Justicia ya dictaminó que será extraditado a los EEUU
Sebastiana Barráez/ 11 de agosto 2020
@SebastianaSin
Ocho pruebas del coronavirus dieron positivo en la
Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), luego de la jornada
ocurrida a mediados de julio cuando se aplicaron los test a los funcionarios y
detenidos. Las únicas medidas tomadas es ubicar a los contagiados en un área de
aislamiento, que no ofrece garantía alguna de atención óptima. La esposa de un
oficial, detenido por conspiración, revela que “algunos militares llamaron el
jueves pasado, pero de otros no se sabe nada. Nadie allí da información. Pero
el Gobierno está más preocupado por Alex Saab que por el estado de los
detenidos en la DGCIM o el SEBIN”.
“No coloques mi nombre, porque ya me advirtieron que
se vengarían con mi esposo o con mis hijos. A la casa de uno, que está preso
con mi esposo, llamaron el otro día y porque la esposa había publicado un tuit
reclamando justicia para él, le dijeron que quitara eso o quería que su esposo
pagara por lo que ella hacía”, relata a Infobae la esposa de un oficial
señalado por Traición a la Patria e Instigación a la Rebelión, quien está preso
en la DGCIM y a quien no ve desde hace cinco meses.
“Alex Saab dice que lo trasladaron desde
el aeropuerto a una celda donde permaneció encerrado dos días, sin comida
o luz, pues a mi esposo, cuando lo detuvo la DGCIM, negaron que estuviera en
sus instalaciones, nos enviaron a hospitales y a la morgue”.
“Dos semanas después supimos, de manera
extraoficial, que estaba en la Dgcim Boleíta. Fui todos los días a preguntar
por él. Los funcionarios siempre repetían que no estaba, hasta que uno muy
jovencito me dijo: señora, no lo puede ver hasta que se cumplan los 45 días del
acostumbramiento. Le pregunté qué era eso y me respondió: es el tiempo
establecido en la Ley para que él pueda tener visitas o llamadas. Usted Saab se
queja por dos días, la DGCIM tuvo 45 días a mi esposo secuestrado”, dice la
esposa de un oficial.
“Después los abogados nos contaron que eso
es ilegal, pero ningún organismo del Estado actúa para restablecer la seguridad
jurídica. Quizá por eso sentí mucha rabia cuando leí la carta de Alex Saab al
primer ministro del archipiélago africano, Ulisses Correia; ese individuo se
queja de que tiene 57 días detenido ilegalmente. Pues le digo que mi esposo, un
oficial honorable de la Fuerza Armada venezolana, tiene más de dos años en los
sótanos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) en
Caracas, sin una sola prueba en su contra”.
“¿De qué se queja Saab si hasta atención
médica ha recibido? A mi esposo y a casi todos los oficiales, que tienen allí
más de dos años, aun siendo activos, apenas si alguna vez los han llevado a un
hospital; solo eran vistos cada determinado tiempo por médicos forenses que se
hicieron los ciegos ante los signos de tortura y hasta se permitieron pasar la
consulta médica sin revisarlos, sin auscultarlos y custodiados por dos de
quienes los torturaron”.
“Muchas esposas, incluso hijas y madres
hemos sido amenazadas. Eso ocurre en la Dgcim desde que estaba el ahora
premiado a general Rafael Antonio Franco Quintero, después le siguió un hombre
maligno como el coronel Hannover Esteban Guerrero Mijares y ahora el general
Carlos Enrique Terán Hurtado. ¿Usted cree justo que ni siquiera podamos
denunciar las condiciones en las que tienen a nuestros esposos? ¿Qué se nos
diga que si decimos algo por las redes sociales o los denunciamos nuestros
esposos van a pagar? No soy la única a la que le ha pasado eso, nos ha pasado a
la gran mayoría”.
“Ese Alex Saab señala que el gobierno de
Nicolás Maduro lo recompensó con la nacionalidad y con el cargo de enviado
especial. Pues déjeme decirle que mientras a ese individuo, denunciado por no
ser nada honesto, le dieron nacionalidad y hasta inmunidad diplomática, a
nosotros nos quitaron nuestros documentos, allanaron la casa de mi suegra, nos
robaron, nos amenazaron, se llevaron nuestros teléfonos y usaron los contactos
que había en ellos para enviarles mensajes denigrantes contra mi esposo que
tiene una carrera militar intachable”.
Falta Bachelet
Dice la esposa del militar que “cuando a
mi esposo lo detuvieron, así como a otros oficiales, algunos fueron brutalmente
torturados, como también ocurrió con el doctor Manuel Marulanda, que es civil, a
quien golpearon en las manos para que nunca más volviera a operar, como se lo
dijeron los torturadores. Desde entonces han pasado muchas cosas entre esas que
dejaron morir al ex presidente de CITGO Nelson Martínez y torturaron y mataron
al capitán de corbeta Acosta Arévalo”.
“Él, Saab, se queja de haber perdido casi
20 kilos de peso, pues en la DGCIM hay presos que han perdido incluso 45 kilos.
Ahora mismo los detenidos han bajado brutalmente de peso porque no permiten que
les llevemos alimentos y la comida que dan en la DGCIM es muy poca y con casi
nada de proteína. Los que más sufren son los que deben seguir dietas por
razones de salud”.
Sin poder evitar el llanto dice que “no
solo mi esposo está preso, con él estamos todos, esposa, hijos, padres,
hermanos, todos estamos presos. Es una cadena que nos ata a la incertidumbre,
al miedo, a la interminable espera por una llamada. Imagínese la angustia que
vive cualquier ser humano en el mundo ante la pandemia, pero agréguele la
particularidad de lo que ocurre en Venezuela, con la crisis que representa el
precio de los alimentos y lo caótico de los servicios públicos. A ese escenario
agréguele la tragedia de la violación a los derechos humanos, con tribunales
cerrados, con la inacción de la fiscalía y la defensoría del pueblo, con el
temor a que nos maten a un familiar o se contagie y muera”.
“Quizá lo peor es sentir que no hay ante
quien recurrir. Cuando la Alta Comisionada Michelle Bachelet vino al país y se
reunió con nosotros, nos oyó y parecía conmovida, creímos que las cosas
mejorarían un poco, pero cambiaron para peor. Desde que ella vino al país la
impunidad es más acentuada y cuando cambiaron a sus delegados en Venezuela de
inmediato se notó el cambio, el acercamiento de ellos al Gobierno de Maduro. Yo
no volví a pedirles que actuaran. ¿Para qué? Así uno entiende cómo la señora
Bachelet solo quiere que sus delegados hagan cursitos en Venezuela, pero
ignoren la brutalidad y denegación de justicia que están sufriendo nuestros
familiares presos, además de los que están en otros centros de reclusión como
el SEBIN o cárceles como la militar de Ramo Verde”, finaliza diciendo.
Es inaudito que Saab le diga a Cabo verde
que Venezuela siempre lo tratará con mayor respeto y le presentará más
oportunidades que Estados Unidos y que él puede ayudar como representante de
Venezuela más de lo que Estados Unidos lo hará en 100 años. Su nacionalidad
venezolana aun es dudosa, como también es la de guerrilleros y terroristas que
ahora tienen cédula y pasaporte venezolano.
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