Vilca Fernández, desterrado en Perú por el chavismo, criticó duramente a Carlos Raimundi, el funcionario de Alberto Fernández que defendió al régimen de Maduro. “Qué tienen que ver las sanciones con colocarle electricidad en los testículos a alguien”, denunció
Sebastiana Barráez/ 4 de octubre 2020
@SebastianaSin
Era un dirigente estudiantil que salió, como miles de
jóvenes a protestar a la calle, a criticar al Gobierno, pero un tuit lo llevó a
la cárcel, a la tortura y al destierro. Propone que los venezolanos califiquen
persona no grata al representante de Argentina ante la Organización de Estados
Americanos. “Cuando Raimundi se expresa como lo hizo en la OEA está
justificando la política sistemática de violación a los derechos humanos. Es
lamentable que el presidente Fernández haya colocado en la OEA a un funcionario
cómplice de la tiranía de Maduro y que justifique la tortura y prisión política”.
Él es Vilca
Elohin Mardonio Fernández Marcano.
En el 2014 “siendo Miguel Rodríguez Torres ministro
del Interior, ordenó mi captura a nivel nacional y pasé a la clandestinidad”,
dice. En el 2015 fue candidato a la Asamblea Nacional, pero no resultó ganador.
La
excusa empezó cuando Diosdado Cabello dijo en su programa televisivo, en
alusión a Vilca Fernández: “En vista de que la Policía de Mérida no
te detiene, yo lo haré, te voy a meter preso”. El
dirigente estudiantil le respondió a través de un tuit: “Tienes los días
contados. Tienes cuentas pendientes con la justicia. No te tengo
miedo”.
Eso
fue suficiente para ofender a Cabello Rondón, diputado y segundo en el partido
de Gobierno, quien desde hace años controla el SEBIN, a través del general
Gustavo González López. Es así como el Servicio Bolivariano de Inteligencia lo
detiene el 31 de enero 2016; Fernández permaneció, dos años y cinco meses,
preso en El Helicoide, sin juicio, hasta ser desterrado hacia Perú el 14 de
junio 2018.
Salió
gracias a una protesta de los presos en El Helicoide: los líderes,
entre otros fueron, Daniel Ceballos, Lorent Saleh y Vilca Fernández. “Me
sacaron del calabozo, me quitaron el grillete electrónico que siempre tuve en
el tobillo izquierdo aun dentro del calabozo, me montaron en una camioneta del
SEBIN, me llevaron esposado al aeropuerto de Maiquetía, me subieron en un avión
y me desterraron del país; la boleta de excarcelación decía que debía
presentarme a los 15 días ante el tribunal”.
Se considera privilegiado de haber estado con presos
políticos muy valientes. “Lo que me ayudó a no quebrarme, también fueron mis
compañeros; ahí estaba Daniel Ceballos, Renzo Prieto, Roony Navarro y gran
cantidad de presos políticos, los hermanos Guevara que tienen 16 años ahí
secuestrados”.
Da gracias a Dios por haber salido del Sebin. “Uno no
sabe si va a salir vivo de ahí. Yo vivía un día a la vez. Cada vez que amanecía
daba gracias a Dios porque había logrado sobrevivir un día más. Sería inmoral
no seguir luchando por los que ahí siguen encerrados”.
¿Hubo respeto al debido proceso en su juicio?
Eso no existe en Venezuela. No hay separación de
poderes. No hay autonomía ni en jueces, fiscales, defensoría del Pueblo. Fui
secuestrado, porque no hubo orden judicial de captura, no se me explicó por qué
se me detenía, desaparecido ante el mundo durante tres días, durante los cuales
me tuvieron encerrado en una oficina, sin derecho a nada. Me presentaron ante el
tribunal 17 de Control de Caracas, a cargo de la juez Miriam Vielma, y luego
hubo más de 30 audiencias postergadas.
¿Quién fue el juez de su caso?
Nunca me hicieron juicio, me llevaron al Tribunal 24
de Juicio de Caracas, cuya juez es Blanca Pacheco.
¿Quién firmó su boleta de excarcelación?
Nunca la vi.
¿Qué le dijo el Sebin cuando lo sacó para el
aeropuerto?
Nada. Llegaron, después de las 10 de la mañana, a la
celda donde tenía más de un mes aislado, durmiendo en el piso, me dijeron: ‘te
vas’. Más nada. Me hicieron firmar una hoja, que no me dejaron leer. Me
quitaron el grillete, que tuve por un año, y que no me dejaba dormir en las
noches porque lanzaba corrientazos cada una o dos horas. A punto de salir me
obligaron a grabar un video donde debía decir que el trato que me dio el Sebin
fue bueno; eso lo hacen con todos los prisioneros. No existe un solo video,
grabado por un preso político en custodia, que no sea bajo amenaza y coacción.
¿En qué condiciones estuvo detenido en el Sebin?
Atroces, terribles. Cuando ingresé a la zona de
detenidos el primer contacto con el Inspector de Guardia fue cuando me dijo:
‘bienvenido al infierno’. Me esposaron de la muñeca izquierda y me guindaron a
una reja durante 30 días, en un pasillo oscuro, a una reja que daba a la
cañería de las mazmorras del Helicoide; casi no dormía, parado, a veces trataba
de colocarme en cuclillas: convivía entre ratas. De ahí me pasaron para una
celda con hacinamiento terrible, con 60 presos comunes y el preso político
Jeimmy Varela. Ahí no había agua, baño ni luz. El Sebin busca la destrucción
física pero también moral de uno. Tenía que hacer barquitos.
¿Barquitos?
Los prisioneros hacíamos ‘barquitos de papel’ para las
necesidades básicas. Teníamos que defecar delante de 60 personas más. Se
colocaban en una bolsa y a veces permanecía 3 y 4 días ahí. Imagínese la contaminación.
Pasábamos hasta una semana sin bañarnos. Ahí viví cosas espantosas.
¿Usted se sintió torturado?
No fue que me sentí. Yo sufrí la tortura en carne
propia. No existe un prisionero en Venezuela, en este momento, que no sea
torturado, física o psicológicamente, incluso ambos, como en mi caso. Yo y otros
compañeros, entre esos el diputado Renzo Prieto, recibimos una golpiza por más
de 15 funcionarios, luego me paseaban por los calabozos y el pasillo. Tuve
encerrado en El Bañito, que aún existe.
Ahí están unos de la Operación Gedeón.
De Gedeón y del dron. Es un bañito pequeño, con una
puerta negra; solo entra aire por la rendija del escalón y la puerta. Ahí no
hay agua ni luz, ahí sudan las paredes. Aun así, uno escucha a funcionarios en
el mundo decir que no hay tortura en Venezuela, o el descaro del ilegítimo
Fiscal General o Defensor decir que no hay tortura, cuando yo la viví, cuando a
un metro mío de la reja vi cómo estaban guindadas las personas y les caían a
golpes con una tabla, estando desnudos, y les daban tanto hasta que los
quebraban por dentro, hasta que ya no podían levantarse. Yo lo vi, no me lo
contaron. Vi cómo le meten electricidad en los testículos a una persona, como
le meten una bolsa plástica con gas lacrimógeno. Encima de una celda en la que
estuve, estaban las brigadas u oficinas donde llevaban los recién detenidos,
para que no supiéramos quiénes eran y para que el mundo no supiera que tenían a
alguien secuestrado.
¿Qué escuchaban?
Escuchábamos los gritos, los corrientazos. Y cuando le
preguntábamos a los custodios, respondían: ‘eso es para que se pongan serios,
para que no se porten mal porque eso es lo que les va a tocar’.
Usted salió del Sebin con más ahínco y no ha dejado de
protestar. ¿Por qué usted no se quebró o no lo quebró la cárcel?
(silencio corto) No sé si en algún momento no llegué a
quebrarme, pero en un encierro así viví diferentes etapas, pero nunca perdí la
esperanza, la fe en Dios, el compromiso con mis hijos, el recuerdo de la
familia, las cosas positivas y bonitas de la vida, el azul del cielo, cosas que
en la vida diaria no le das importancia, por ejemplo, la lluvia. Ahí adentro,
sin acceso a la luz solar ni ver el cielo, aprendes a valorar esas cosas y
sueñas con volver a vivirlas. Estoy convencido en que solo luchando se puede
vencer. Nunca dejé de denunciar, ni de pelear. No callarme, les generaba no
solo incomodidad, sino miedo, porque los funcionarios están claros que cometen un
delito contra quienes estábamos ahí. Salí con más ahínco, porque sé que, en el
rincón, en el pedazo de piso de la celda donde yo estaba, hoy hay alguien más
que es inocente.
¿Entonces, se le hicieron cotidianas las lágrimas en
ese lugar?
Sí, sí, claro, los hombres también lloramos. Llorar es
parte de la fortaleza, del crecimiento, así como la alegría. El régimen me
había quitado todo, pero siempre dije que jamás me quitarían la sonrisa y no
permití que me destruyeran por dentro y por eso siempre trataba de reír, de
levantarle el ánimo a los compañeros. Lo que viví tal vez fue necesario para
entender el nivel de criminales que tiene Venezuela hoy como régimen. Ahí perdí
la capacidad de asombro sobre el nivel de maldad de una persona. Esos
criminales no tienen límite para hacer maldad; Diosdado Cabello, Tareck El
Aissami, los hermanos Rodríguez, Maduro, los comisarios Carlos Calderón y Ronny
que ahora están en el FAES; había uno al que le decían El Perro, el comisario
Villegas, era impresionante cómo torturaba y golpeaba a los presos. Cuando les
decía que lo que hacían era violación de derechos humanos, respondían que
estaban en el poder y ‘si mañana tenemos que pagar, pues lo hacemos’, así de
descarados.
¿Todos eran tan malos?
No, al contrario. Los funcionarios son parte de no
perder la esperanza de que Venezuela tiene salvación y de que iba a salir vivo
de ahí. Muchos funcionarios solidarios me brindaron un vaso de agua, un pan,
tuvieron un gesto amable e incluso colaboraron para que la denuncia llegara.
Son funcionarios convencidos de que eso debe cambiar. Muchos de ellos tienen
miedo, porque el costo de rebelarse es muy alto; muchos están presos, otros no
están ahí.
Testimonios como el suyo hacen pensar en lo dicho por el
representante de Argentina ante la OEA, Carlos Raimundi, en la discusión del
informe de la ONU. ¿Qué piensa sobre eso?
Carlos Raimundi es de esas personas que representan un
retroceso en la lucha por los derechos humanos, que no pueden representar a un
país. Raimundi es de las personas al
servicio de la tiranía. Justificar las torturas y la escalada de represión por
las sanciones y bloqueos económicos contra funcionarios, es una bajeza. ¿Qué
tiene que ver las sanciones con colocarle electricidad en los senos a una
mujer? ¿Qué tiene que ver sancionar a un delincuente como Tareck El Aissami con
colocarle electricidad en los testículos a una persona? ¿Qué tienen que ver las
sanciones con que el Sebin, Dgcim, en Ramo Verde o en cárceles comunes no
ejecuten la orden de un tribunal de darle libertad a una persona que cumplió su
condena? Habla de la autodeterminación de los pueblos, de no inmiscuirse en la
política interna de los países, pero sí pueden justificar al régimen tiránico
de Venezuela cuando comete violaciones a los derechos humanos y delitos de lesa
humanidad. Los delitos de lesa humanidad no tienen frontera.
Nicolás Maduro, en diciembre 2019, solicitó a Perú su
extradición porque usted habría tenido participación en la Operación Aurora,
asalto de militares e indígenas a un puesto militar en la frontera con Brasil. ¿Tuvo
usted que ver en esa Operación?
Cuando la Operación Aurora se ejecutó yo estaba en
Perú y difícilmente tengo superpoderes para estar en dos sitios a la vez. Eso que
ocurrió en el estado Bolívar es demostración clara de lo que ocurre en los
cuarteles venezolanos, el descontento contra el tirano. La base de la FANB no
le responde a Maduro, ni a Padrino, ni a Cabello; la mayoría de quienes están
en la Fuerza Armada también son presos del sistema. Están infiltrados por
cubanos y guerrilla. Me han llegado fotografías de la zona fronteriza de
Táchira donde los colectivos y grupos guerrilleros duermen en las literas y los
soldados en los pisos. Lo que le dolió a Maduro es que yo tenía la información
de que habían secuestrado a un militar de esa Operación y lo querían asesinar, mientras
ellos habían filtrado que estaba muerto.
De tener la posibilidad, ¿qué le diría usted a Nicolás
Maduro?
Que es hora de que entregue el poder. Cada día que
pasa está más ahogado y cercado. Si valora su vida y la de los suyos, si tiene
un poquito dignidad, que estoy convencido que no la tiene, debería entregar el
poder. Él se va a enfrentar si o si a la justicia. Tiene los días contados en
el poder. Que aproveche esos pocos días para que haga una negociación.
https://www.infobae.com/america/venezuela/2020/10/04/el-mensaje-de-un-ex-preso-politico-venezolano-al-embajador-argentino-en-la-oea-justificar-las-torturas-es-una-bajeza/
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