lunes, 5 de abril de 2021

Oficial artillero explica lo que pudo ocurrir al manipular un mortero que mató a tres militares venezolanos en Apure

 

En el marco de la guerra que libra el Ejército contra las disidencias de las FARC, un mortero provocó una tragedia. Según el especialista, lo ocurrido revela fallas mayores y deja en evidencia el deterioro de la Fuerza Armada venezolana.


Sebastiana Barráez/ lunes 5 de abril 2021

@SebastianaB

 

Tomado de Infobae


“Problemas graves de entrenamiento, violación de las medidas de seguridad o el uso de una munición cuya vida útil ya se había cumplido, pero en cualquiera de los casos es exagerada la cantidad de heridos y la gravedad del hecho”, revela a Infobae un alto oficial artillero, al explicar lo que pudo haber ocurrido con el incidente, en El Ripial del estado Apure, donde murieron tres militares, el Primer Teniente (Ej) Julio Manuel Inojosa Morgado, plaza del grupo Vásquez, S1 Breinner Alexander Granados Suárez y del C/2DO Yoendry Enrique Piñero Ortega.
Los honores para Jesús Alexander Vásquez Pérez, fallecido el 31 e marzo

El incidente ocurrió en el estado Apure, en el marco de la guerra que libra la Fuerza Armada Nacional (FANB) y las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) contra las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-Gentil Duarte), desde el pasado 21 de marzo y que cuenta con siete militares muertos.

El oficial artillero, es decir, que se especializa en disparar cañones, mortero y armas de alto poder de fuego en el Ejército, da varias versiones de lo que pudo suceder, pero dice enfáticamente que el mortero es para ser operado por no más de tres personas: 1) el jefe del mortero, que regularmente es un soldado o un sargento, a quien se le llama Jefe de Pieza; 2) un soldado que cumpla la función de apuntar la pieza, es decir mover los mecanismos de desplazamiento del cañón en dirección vertical u horizontal, a quien se llama Apuntador; 3) el Tirador, que toma la granada y la introduce invertida, como debe ser, en el cañón y ella por gravedad se desliza hasta el fondo del cañón, haciendo contacto con un dispositivo electromecánico que inicia la deflagración de la pólvora que impulsa a su vez la granada”.
El comandante estratégico operacional Remigio Ceballos Ichaso, responsable principal de la operación en Apure

Explica que, para disparar un mortero o un cañón, “hay tres grupos de tropas bien definidos y especializados que trabajan en coordinación, porque esas armas tienen la particularidad de que su tiro es curvo y ellos no ven al enemigo ni el enemigo los ve a ellos: la Central de dirección del tiro, que debe estar lejos del cañón. Los observadores adelantados son quienes observan dónde explota esa granada lanzada”.

“El hecho de que haya tantos heridos y que el propio comandante esté herido, revela fallas mayores. ¿Qué hace el comandante de la unidad exponiendo su salud y su vida al pie del cañón? En ninguna unidad de artillería el comandante está al pie del cañón que se dispara, y no es porque tenga miedo, solo que esa no es su posición. En el mayor de los casos debe estar a una distancia prudente, 80 a 100 metros, de disparo de las piezas”.

Las fallas

El oficial deja claro “que lo sucedido podría estar revelando falta de mantenimiento, o una falla logística grave por parte de toda la cadena logística, del comandante de la unidad y de los oficiales si están disparando munición grado 3 o munición que tenga alguna falla, también por alguna falla de entrenamiento, porque esas granadas traen un tipo de dispositivo de seguridad que debe moverse como lo establecen los manuales, para que no vaya a ocurrir ese tipo de explosiones e incidentes. Todo eso es responsabilidad de comando. Eso revela fallas humanas”.

El menor daño, ante un incidente de este tipo, ocurre en la medida en que estén menos efectivos alrededor de la pieza que se está disparando; los demás no deben permanecer allí. “Lo ocurrido es el gran riesgo de pertenecer a una Fuerza Armada totalmente deteriorada”.
El mensaje de duelo del Ejército ante la muerte del S1 Breyner Alexander Franados Suárez

Esos morteros de 120 milímetros son de reciente asignación al grupo Vásquez. “Ese grupo, hasta hace pocos años, tenía orgánicamente asignados obuses de 105 milímetros en apoyo directo a las brigadas. Entonces, al asignarle morteros, le simplifican la vida, pero le reducen la posibilidad de tener apoyo de fuego de mayor alcance, se la reducen casi en un tercio”.

¿Cuál es el nivel de complejidad? “Disparar un mortero es una cosa simple, por eso resulta inexplicable cómo ocurren esas tragedias. En una situación de guerra real, como la que hay en Apure en este momento, es inexplicable que haya más de tres personas cerca del mortero”.

¿Qué pudo haber ocurrido en este caso que costó la vida a tres oficiales de la Fuerza Armada? Escenarios posibles: 1) Munición grado 3 que está siendo empleada o munición, que sin ser grado 3, tiene problemas, porque ha caducado su vida útil, por lo que al disparar la granada les explotó dentro del tubo. 2) Impericia, falta de entrenamiento de los efectivos, que fue el problema en Bolívar”.

El uso del mortero

Además de los dos fallecidos, el accidente con el mortero dejó a ocho heridos, incluyendo al comandante del Grupo Vásquez, Tcnel Raúl Rooilander Quintero, My Marco José Álvarez González, capitán Víctor Julio Domínguez Sánchez, S2 Luis Omar Cárdenas Flores, S2 Elías Domingo Gil La Torre, quien perdió un brazo; soldado Jorge Enrique Pérez González, Edwin José Castro Ramírez y Jean Carlos Hernández Puente.
Primer Teniente (Ej) Julio Manuel Inojosa Morgado falleció en el accidente del mortero

El oficial que conversó con Infobae subraya que “nuestro Ejército fue organizado, equipado y adiestrado para cumplir tareas de guerra convencional terrestre, siguiendo las enseñanzas y la doctrina del ejército norteamericano. Por supuesto, estamos hablando de escenarios de guerra similares a los ocurridos en la Segunda Guerra Mundial y posteriores. Ese mismo patrón, con pequeñas variaciones, siguen los ejércitos latinoamericanos, llámese Colombia, Perú, Ecuador, Argentina misma”.

En ese contexto, las unidades de artillería de menor calibre son las de 105 milímetros, y son obuses remolcados por lo general. “Esas unidades son las más pequeñas que pueden proporcionar apoyo directo de fuego de artillería a una brigada en combate, es decir, las unidades de apoyo directo de las brigadas son grupos de artillería, por eso las brigadas tienen un grupo de 105 y 3 o 4 batallones de infantería. Eso para el contexto de la guerra convencional”.

Por supuesto, el contexto de la guerra convencional va cambiando cuando se presentan situaciones donde el área de operaciones y el enemigo al que se enfrenta es un enemigo irregular. “En esos casos, los materiales de artillería de 105 milímetros pueden resultar en algunos casos poco versátiles, en el sentido de que su movilización es más lenta, requieren de más vehículos, de más conocimientos técnicos, porque esas piezas se desarman, como en el caso del material italiano. En el caso del material norteamericano no, porque ese material no se desarma, va remolcado y puede rodar cualquier distancia”.
Explica que el grupo de artillería Vásquez, que es de montaña, está diseñado y construido para ser desarmado y para ser transportado en camiones; una vez que llega al área de operaciones, vuelven a armar el obús, pero eso requiere de mucho entrenamiento, disciplina y mística”.

Las unidades de morteros de 120 están en esa frontera, entre la capacidad de apoyar unidades de infantería a pie y la posibilidad de apoyarlas siendo morteros y la posibilidad de integrarse y participar como unidades de infantería. Eso es una especie de limbo.

No es la primera vez

Según su experiencia, dice, “los morteros 120, creo que en aras de la movilidad y como cada día que pasa la guerra tiene que ser más rápida, esas unidades deben dejársela a los artilleros debido a su alcance, su delicadeza y de que hay que ser un técnico para disparar eso”.

“A las unidades de infantería, por su naturaleza y por el armamento que manejan, por el nivel de instrucción de sus tropas y oficiales, no creo que deban asignársele ese tipo de armas, sobre todo porque las hacen menos móviles, menos versátiles. Quizá por eso decidieron asignarle ese tipo de armamento, ese tipo de mortero 120 al grupo Vásquez; por la movilidad y la versatilidad, tienen razón, a pesar de que están cambiando una boca de 105 milímetros que tiene un alcance efectivo de 6 a 7 kilómetros, mientras que un mortero, no”.
El puesto militar que las FARC atacó en la entrada de Tres Esquinas, Apure

A la pregunta de cuál es la distancia para que un mortero sea efectivo, el alto oficial responde que “un mortero de esos hay que emplazarlo a 3 kilómetros del objetivo, 4 máximo, incluso el obús de 105 pudiera tener un alcance mayor hasta de 11 kilómetros, pero no me confiaría en eso, porque son piezas que han tenido desgaste”.

Está bien, considera, que ese tipo de mortero se los hayan asignado al 215 Grupo de Artillería de Campaña “Cnel. Miguel Antonio Vázquez”, con sede en el Táchira, “pero por supuesto que la operación, el transporte y mantenimiento de ese mortero es mucho más simple que el de un obús”.

No es la primera vez, según confiesa, “también pasó hace un par de años en Bolívar, pero fue en una demostración; los heridos debieron trasladarlos por tierra, 4 y 5 horas, hasta un hospital de Brasil. Son fallas garrafales que tiene la Academia de evacuación y hospitalización, en lugar de tener hospitales de campaña, debidamente equipados y dotados”.

Finalmente dice que, si hubo fallas de la munición, “el gobierno tiene una enorme responsabilidad, al estarle comprando armamento a un país que tiene, a lo largo y ancho del mundo, mala fama a fuerza de vender chatarra militar repotenciada y de renovar su parque de armas, vendiendo a países tercermundistas. La caída de aeronaves de fabricación rusa ha sido frecuente”.


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