Linda Loaiza López Soto estuvo secuestrada 112 días por Luis Antonio Carrera Almoina, miembro de una familia reconocida en el mundo académico venezolano, que sigue en libertad
Sebastiana Barráez/ domingo 9 de mayo 2021
@SebastianaB
“Yo tenía 18 años”, repite insistentemente Linda Loaiza López Soto, como si quisiera asegurarse de que era demasiado joven para el horror que vivió. De hablar sereno, pero firme. Responde a las preguntas con el cuidado de quien no quiere olvidar lo importante. Veinte años del dolor que apenas menciona, del que no quiere profundizar, quizá porque como dijo al final de la entrevista “cuando es necesario, lloro” y a veces lo que entendemos es el refugio más importante hay que administrar mejor.
Durante cuatro meses, 112
días exactamente, desde que fue secuestrada en marzo 2001, su victimario Luis Antonio
Carrera Almoina, a quienes en la prensa llamaron el
“Monstruo de los Palos Grandes”, la violó, la mutiló y
la convirtió en esclava sexual, hasta el 19 de julio cuando fue
rescatada. Y ahí empezó el otro crimen: con el que lleva 20 años luchando, el
de la impunidad. De la entrevista que en exclusiva le concede a Infobae, se
revela que tiene muchas cicatrices, pero la herida de la justicia aun sangra,
deforme y atroz. Y no solo para ella sino para varias mujeres abusadas por el
hombre que sigue en libertad. López no fue la primera y tampoco ha sido la
última de víctima del monstruo.
Desde que la rescatan
hasta que la llevan a prestarle atención médica pasaron cinco horas. “Lo había perdido todo, mi familia estaba desmoronada, yo en cualquier
momento podía fallecer, aparte de todo el tiempo que estuve en cautiverio, mi
vida estuvo en peligro. Tengo 15 operaciones muy comprometedoras, dos del
páncreas, son de gran envergadura para una persona, yo tenía 18 años”.
“Desde el momento en que mi hermana me rescató, no
ocurre nada, las instituciones del Estado no dictaron las medidas de protección
que debían, desde allí comienza la falla”, dice la ahora abogada Linda Loaiza
López Soto.
El apellido de quien la secuestró, violó y torturó,
Luis Antonio Carrera Almoina, no es cualquiera, es parte de una familia
reconocida en el mundo académico venezolano. Su padre es el destacado escritor,
miembro de la Academia Venezolana de Letras y exrector de la Universidad
Nacional Abierta, doctor Gustavo Luis Carrera Damas. Y sus tíos son el
historiador Germán Carrera Damas, colaborador de la Unesco y presidente del
Comité Internacional de Redacción de la Historia General de América Latina y Jerónimo
Carrera Damas, quien al morir en el 2013 era el presidente del Partido
Comunista de Venezuela.
Para que se realizara el juicio Linda Loaiza, a secas,
como todos la llaman, tuvo que hacer una huelga de hambre durante 13 días. “Eso
me llevó unas 6 o 7 semanas de un proceso de juicio, audiencias, ofensas,
atropellos, donde no se valoró mi testimonio”.
En octubre del 2004 la juez Rosa Cádiz absolvió a
Carrera Almoina de todos los cargos. Él dijo que la joven había llegado
golpeada a su casa y que no denunció porque ella no quería implicar a personas
allegadas. En un nuevo juicio el individuo fue sentenciado por lesiones
gravísimas y privación de libertad, por lo que estuvo preso durante seis años.
Siguen pendientes los delitos de violación
e intento de homicidio.
Por su parte, hoy en día, Linda Loaiza subraya que
recibe mucha solidaridad a través de mensajes, “Algunas personas piden perdón
por no haber actuado efectiva ni activamente desde el año 2001 hasta ahora”.
Necesaria justicia
o
Recientemente en
Venezuela se viralizó el “yo sí te creo”, al estilo de “me too”, para apoyar a
las víctimas de acoso o violencia sexual, que revelaron entre otros al escritor
Willy McKey, nombre verdadero Willy Joseph Madrid
Lira, quien se suicidó luego de las denuncias de abuso sexual, de las cuales el
Ministerio Público inició una investigación sobre él y Alejandro
Sojo y Tony Maestracci, por los presuntos delitos de violencia y abuso sexual.
Ante
eso, Linda Loaiza escribió un hilo a través de Twitter dirigido al fiscal Tarek
William Saab, recordándole la sentencia de la CIDH. “Yo simplemente escribí ese tweet esperando una respuesta que no he
conseguido aún”.
¿La impunidad en su caso es un aliciente para que los
depredadores sexuales, los violadores, sientan que en Venezuela pueden cometer
este tipo de delitos y no pagar por ellos?
Sí, por supuesto, porque si hace 20 años atrás, el
Estado, las instituciones, el sistema de justicia hubieran dado un mensaje
diferente a los agresores, a los violadores, pero al no brindarme justicia, al
no emitir una sentencia de justicia ejemplarizante en favor de las mujeres, el
mensaje que le sigue brindando el Estado a la sociedad es que a los hombres que
cometen delitos, no los vamos a sancionar. Ese es el mensaje que le ha enviado
la Justicia a la sociedad venezolana desde hace 20 años. Ellos tienen la
oportunidad de reconocer, rectificar y sancionar a cualquier hombre que comete
estos delitos.
¿No consiguió a funcionarios que se identificaran con
su causa o interés en hacer justicia?
Sí. Encontré gente interesada y también indignada con
mi causa, se veía, pero también hay gente temerosa, una sociedad de cómplices
que prefieren callar y avanzar sin apoyar a otros.
¿Cree que fue intencional para proteger al victimario
o solo que a usted no le creyeron?
Cuando se trata de delitos contra la mujer, básicamente
no nos creen. Mi hermana fue varias veces a denunciar mi desaparición y no le
tomaron la denuncia, hasta que ella recibió amenazas por parte de la persona
que me tenía en cautiverio a mí. ¿Puedes imaginar la incredulidad?
Quizá no creyeron tal horror o el cinismo por parte de
Carrera Almoina.
Yo estaba en riesgo de muerte, como lo certifican los
informes médicos, peritaje, policía, y según lo registran las actas policiales,
desde el rescate estuve de 10 de la noche, que pudieron transcribir un acta
procesal, hasta las 3 y media de la mañana cuando ingreso a un hospital. El
chofer de la ambulancia consultó con la fiscal si colocaba la sirena.
¿Quién era la fiscal?
Rodríguez González (Capaya
Rodríguez González, actual Viceministra del régimen venezolano para
Asia, Medio Oriente y Oceanía)
¿Cuál fue el argumento para denegarle justicia?
El ciudadano Luis Carrera es hijo del ex Rector de la
Universidad Nacional Abierta y ese era su carnet de presentación para lograr
impunidad ante los delitos que cometió en mi contra. Las instituciones no han
hecho nada por lograr justicia, ni a mí ni a tantas víctimas.
Me avergüenza que ese atroz crimen esté impune, porque
hemos tenido mujeres en cargos relevantes: la fiscal Luisa Ortega Díaz, la presidente
de la Asamblea Nacional Cilia Flores, en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ),
Luisa Estela Morales Lamuño y Gladys María Gutiérrez Alvarado. Uno creería que por condición de género hubiese interés en que haya
justicia en un caso como el suyo.
Que haya mujeres en cargos reconocidos no indica que se
garanticen los derechos de la mujer. En esos cargos, con mujeres, lo que he
visto es una figura utilizada. Con respecto a los derechos de la mujer, no hay
garantías. No hay protección a nuestros derechos, y si alguien tiene dudas, que
lea el libro que recientemente he publicado, vea las veces que he acudido al
sistema de justicia. No he recibido una respuesta durante 20 años.
Recientemente salió el testimonio de la señora Zuleima Yamilet Arráiz, otra víctima de Carrera Almoina y no se ha abierto una investigación,
no se ha procedido a brindar justicia a las víctimas.
Lo que usted cuenta me lleva a concluir que somos muy vulnerables
en una sociedad que se preciaba de ser democrática. En su caso no hay dudas o
sospechas, porque los daños físicos son demasiado evidentes. ¿Quiénes son los fiscales
y jueces que han tenido su caso?
Sería un reto a la memoria recordar el nombre de cada uno de ellos, pero puedo decirte que hay más de 90 jueces y 10 fiscales en este país, que conocieron mi caso. El expediente pasó por recusaciones y no se garantizó justicia, por lo que acudí, en el año 2007, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que en el año 2018 condena al estado venezolano por las diversas violaciones a los DDHH en mi contra y en contra de mi familia. La CIDH categorizó que los delitos cometidos en mi contra fueron esclavitud sexual y tortura cometidos por un particular favorecidos por el Estado. El Estado venezolano no ha cumplido la sentencia de la Corte Interamericana y he luchado por obtener normativas de protección a las mujeres, niñas y adolescentes; mientras el Estado no cumpla yo seguiré mi lucha.
Defensora de mujeres
En esta conversación con Infobae, Linda Loaiza
reitera, “yo continúo buscando justicia para mí y por supuesto, para todas las
mujeres a nivel nacional e internacional, sobre todo en la cultura de las
nuevas generaciones, porque es muy importante la formación de personas con
valores, con equidad, con justicia. Por eso continúo”.
¿Cómo pudo pasar de ser una víctima a ser una
defensora de los Derechos Humanos de las mujeres?
Fue una sobrevivencia en todos los sentidos, desde
varios ángulos y frentes: luchar por la parte médica, mi recuperación, luchar
para mantenerme socialmente, intentar la parte legal. Fue una lucha bárbara por
resistir, por buscar justicia; creo en mí misma y en la lucha que he dado.
Desde el momento de mi rescate, el 19 de julio de 2001, atravieso por un sinfín
de atropellos, incluso durante el traslado en ambulancia hasta el hospital.
¿Qué ha hecho Linda Loaiza en estos 20 años, además de
exigir justicia y tratar de sanar mental, física y emocionalmente?
Además de luchar por justicia, en el camino decidí
estudiar Derecho, me gradué de abogada e hice una Especialización en Derechos Humanos
de las Mujeres; me dedicó a asesoría en estos temas.
Y personalmente, ¿cómo se rehace la confianza en la
gente después de lo que le sucedió?
(silencio corto) Para sobrevivientes de delitos
relacionados con la sexualidad, como la violación, es muy difícil relacionarse
y enfrentar la sociedad, es un gran reto. Durante estos 20 años he estado
acompañada por terapeutas, tanto psicológica como psiquiatra y en algunas
oportunidades he estado medicada, cuando ha sido necesario; he contado con el
apoyo de mis padres y de mis hermanas y hermanos, he buscado especialistas en
el tema. He hecho un esfuerzo, he mantenido la perseverancia, la constancia
para alcanzar la justicia, con disciplina. Las víctimas y sobrevivientes
requieren, para su desarrollo en la sociedad, lograr justicia.
Es un capítulo no cerrado, entonces.
Sí,
porque todavía mi caso permanece en la impunidad. Junto a Luisa Kislinger
publicamos el libro “Doble Crimen”, sobre este caso y la lucha que hemos
tenido. Está a la venta en todo el país, también en Alemania, Canadá, Estados
Unidos, España, Francia, Inglaterra, Italia y Japón, además de Amazon. Este libro es mi testimonio, el reflejo de lo que ocurre en Venezuela, y
que deben conocer las futuras generaciones.
¿Qué les diría a las jovencitas de hoy a la vista de la
amarga experiencia que vivió?
Que ante cualquier delito de violencia, deben
denunciar. Es importante informar a las autoridades y buscar ayuda de cualquier
institución, organización, de cualquier profesional, a fin de protegerse, hay
que formalizar las denuncias, acudir a las instituciones correspondientes, al
Ministerio Público, obviamente, y denunciar cualquier delito que pudiera estar
sufriendo una mujer, una adolescente, también perseverar y buscar justicia. Es
un camino largo, duro.
¿Cómo se supera?
En mi experiencia, pienso que esto no se supera, este
sufrimiento, esta afectación. Este tipo de delito no se supera, se aprende a
convivir con ese dolor, y es allí donde alcanzar la justicia se vuelve una
necesidad para la sobreviviente. Eso es indispensable para cualquier
sobreviviente, al menos para continuar la vida, para cerrar un capítulo y
seguir.
¿Cree que eso sea suficiente?
Bueno, hay una frase con la que pedí terminara mi
libro Doble Crimen; “Nada se parece tanto a la injusticia que la justicia tardía”.
Yo sigo en mi lucha y sigo esperando respuesta de las instituciones que
profanan la garantía, el respeto a los DD.HH., de la justicia y de todos estos
derechos que deben ser garantizados.
Si, doble crimen
En
el libro “Doble Crimen, Tortura,
esclavitud sexual e impunidad”, publicado por la Editorial Dahbar,
está su testimonio, está la historia, pero no solo del horror que padeció como
víctima de Carrera Almoina sino de los largos 20 años de no desfallecer en
búsqueda de la justicia.
¿Por qué el libro se llama Doble Crimen?
Un crimen el que cometió Luis Carrera en mi contra y
el otro crimen el que sigue cometiendo el Estado al no garantizarme justicia. Es
Doble Crimen, es tortura y esclavitud sexual, los que mencionó la Corte Interamericana
en la sentencia condenatoria contra el Estado y la palabra impunidad, porque
estos 20 años no he tenido justicia por parte del estado venezolano.
Antes de que sucediera este hecho atroz, ¿qué planes
tenía en su vida?
Bueno, quiero decirte que amo los animales y estudié
durante ocho años Zootecnia, yo me gradué a mis 17 años de Técnico Medio en
Producción Animal. Realmente, lo que deseaba era ser Médico Veterinario, pero
tuve que direccionar mi vida, por los hechos a los cuales sobreviví, aunado a
la necesidad de justicia, a lo que vi y oi en los pasillos del sistema de
justicia, los testimonios que escuché de mucha gente y el temor a seguir en una
sociedad que no garantice los derechos de la mujer.
¿Pudo volver a confiar en algún hombre en su vida?
Hay una frase que mi papá me dijo antes de salir del
hospital, “recuerda que no todos los hombres son iguales”. Yo sé que mi papá y
mis hermanos tienen respeto por las mujeres. Esa frase la llevo tatuada en mi
mente, aprendí a no juzgar a todos por una persona en específico. Con eso
aprendí que no todos los hombres son malos.
Usted resume en que Carrera Almoina es malo. ¿Puede
alguien así ser perdonado?
Ningún agresor, ningún torturador, ningún violador, merece perdón ni olvido. Lo que ellos merecen es sanciones, ser condenados, ser apresados, ser privados de libertad para evitar que otras mujeres, otras niñas, otras adolescentes, corran peligro.
No soy la única víctima
Hoy tiene 38 años, pero cuando el horror tocó a su
vida, apenas era una jovencita de 18 años, que había egresado como Técnico
Medio en Zootecnia, vivía en el andino estado Mérida, junto con sus padres,
oriundos de Colombia, Viajó a Caracas, la capital del país, para ‘salir
adelante’. Razona en que no tenía una posición social reconocida. “Venía
saliendo de la adolescencia”.
Hay casos simbólicos a nivel mundial y se hace
justicia, aunque a veces tarda. Insisto en una pregunta del principio, ¿por qué
cree que hasta ahora su victimario Luis Carrera Almoina ha logrado salir
impune?
Porque tiene una sociedad de cómplices que sigue
cubriendo, que sigue permitiendo este tipo de delitos, ahí tienen “las vacas
sagradas” y hay instituciones, específicamente, las del sistema de justicia,
que permiten y facilitan, que dejan que este tipo de delitos se sigan
cometiendo sin sancionar.
Lo pregunto, no desde la generalidad, sino desde la
particularidad. ¿Por qué él logra salir impune, y en otros casos no ha ocurrido
así?
Porque Luis Antonio Carrera Almoina, quien es el
agresor, violador y torturador en mi caso, y en el caso de otras víctimas de
delitos que no se han sancionado, es el hijo del señor Luis Gustavo Carrera
Damas, quien era para el 2001 el Rector de la Universidad Nacional Abierta,
hermano del famoso Luis Carrera Damas, que uno era del Partido Comunista, el
otro a los escritores. En fin, era un grupo de intelectuales que tocan
cualquier puerta, piden cualquier favor y es allí donde yo lo llamo sociedad de
cómplices al permitir que estos crímenes se sigan manteniendo impunes y no
sancionados.
Esa familia ha permitido que un integrante, no sé si
hay otros, pero al menos Carrera Almoina, sea el victimario de un crimen atroz
sin castigo.
Yo no soy la única víctima de Luis Antonio Carrera
Almoina. Hay varias víctimas y el sistema de justicia lo sabe y las tiene
identificadas; él ha tenido denuncias antes de mi caso. Ya antes había víctimas
que han huido porque las amenazas de la familia Carrera las aterra. Sin duda,
hay un patrón establecido, no solamente de conducta sexual desviada.
¿Se han cuantificado las víctimas de ese individuo?
Más de media docena.
Durante el transcurso de esta entrevista, siempre se
ha referido a Luis Antonio Carrera Almoina como “ciudadano”, lo hace con
serenidad y no expresa ira ni odio, ¿Qué siente hoy después de 20 años de lo
ocurrido?
Mi objetivo y mi intención al acudir a las
instituciones, es lograr justicia, no tengo intenciones de venganza, mi única
lucha ha sido por la justicia, será que por eso nota mi serenidad. No lo sé.
¿Aún siente miedo? ¿Llora?
El miedo es un sentimiento que nunca debe desaparecer,
porque en algún momento lo vamos a necesitar, hasta por defensa propia. Tengo
mucho cuidado, y bueno, llorar también es necesario para sanar el alma, y para
lavar los ojos.
Insisto en la pregunta, ¿tiene miedo? ¿llora?
Tengo cuidado y cuando es necesario, lloro.
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