Los familiares de Héctor Julio Buitrago y sus compañeros de celda relataron cómo perdió la vida por la desidia de los funcionarios penitenciarios. En otro caso de abuso, tres policías presos hace 18 años terminaron durmiendo a la intemperie
Sebastiana Barráez/ lunes 25 de octubre 2021
@SebastianaB
En
el esfuerzo por encubrir la violación de derechos humanos, cometido contra
cientos de militares y civiles, el régimen venezolano ha trasladado a presos
políticos a cárceles comunes. Pretenden cubrir con barniz la sangre, lágrimas,
tortura y muerte de los centros de reclusión, a cargo del SEBIN y la DGCIM,
cambiándoles el nombre, pasándolos al control del Ministerio Penitenciario. Uno
de esos casos es el de tres policías metropolitanos condenados por el golpe
militar del 11 de Abril. Pero la violación a los DDHH no se detiene, como lo
revela el caso de Héctor Julio Buitrago.
En
la cárcel de Ramo Verde hay un gran número de personas del estado Apure señaladas
de guerrilleros o colaboradores del Décimo Frente de las FARC. Uno de esos
detenidos fue Héctor Julio Buitrago (64 años), oriundo de El Yagual, población
del municipio Achaguas, Apure.
Funcionarios
de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) lo detienen el 15
de agosto 2021, cuando se encontraba en su vivienda en El Yagual. A él lo
relacionan con la disidencia de la guerrilla que comanda Gentil Duarte y le
imputaron; Traición a la Patria, Ultraje
a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana e instigación a la rebelión militar. Lo
envían al tercer piso, anexo B de la cárcel militar de Ramo Verde.
El
9 de octubre comenzó a presentar mareos, debilidad y perdida de la fuerza, según
el testimonio que otros reclusos le dieron a la familia de Buitrago. “Sus compañeros
de celda llamaron a los enfermeros del
servicio médico del mencionado centro penitenciario, quienes determinaron que
tenía la tensión muy elevada y una baja
de azúcar alarmante, pero aun con esa crisis hipertensiva e hipoglicémica, solo
recomendaron suministrarle un caramelo, y que los compañeros de celda lo
observaran”.
Los
otros reclusos se sintieron impotentes de poder ayudarlo, intentaron que
comiera y reanimarlo. Esa noche del 9 de octubre empeoró la salud de Buitrago.
Sus compañeros de celda alertaron en alta voz lo que sucedía, solicitaron el
traslado de emergencia al ver el deterioro progresivo de su salud. Insistieron
en que, avanzada la noche, si se presentaba una emergencia y con las celdas cerradas
no podrían avisar a nadie.
Ante
la presión de los presos, los custodios se llevaban a Buitrago, lo
estabilizaban y lo regresaban a la celda. “Ellos preguntaban por qué no lo
dejaban hospitalizado y la respuesta fue que la orden del Director de Dipemil, general
de división Octavio Gómez, es que Héctor Julio debía dormir en el centro
penitenciario”.
Ante
la insistencia de los compañeros de celda de Buitrago, los custodios internos
por fin lo llevaron al hospital Victorino Santaella, en Los Teques, municipio
Guaicaipuro, estado Miranda, regresando con él a la una de la madrugada del 10
de octubre. Los otros reclusos insistían en que era evidente que estaba muy
grave. “El 12 de octubre, cerca de las 10 de la noche, comenzó a convulsionar,
sus manos se deformaron, así como su rostro. Sus compañeros de celda contaron
que ellos gritaron para que lo atendieran, pero pasaron 25 minutos para que
llegaran los custodios, abrieran la celda y se lo llevaran”.
A los otros presos les decían que lo habían estabilizado y que los médicos dijeron que no era necesario mantenerlo hospitalizado. “Eso es inaudito, porque nos dijeron que seguía con los mismos síntomas, no se valía por sí solo, tenía la mirada perdida, no ingería alimentos. Así pasó el día 10 y 11 de octubre; sus compañeros de celda lo balaron, ya que al no poder valerse por sí mismo defecó y orinó en la cama. Aun en esas condiciones no le dieron las atenciones médicas que necesitaba”.
Cuando
todos creían que Buitrago había sido trasladado al hospital, sus compañeros de
cárcel “descubrieron, el 13 de octubre a las 10 de la mañana, que solo lo
habían sacado de la celda y lo habían colocado en un cuarto que ni siquiera era
el servicio médico. Ante el reclamo, el personal de custodios del área de
régimen manifestó que estaban cansados de informarle al coronel Luis Medina, director
de Cenapromil, que la situación con Buitrago era grave”,
A
las 11 de la mañana de ese día vuelve a convulsionar y lo sacan nuevamente de
emergencia desde Ramo Verde hasta el Hospital Victorino Santaella dónde lo
estabilizan y lo trasladan al Hospital Militar, donde estuvo tres días. El juez
de su causa le otorga la medida de casa por cárcel, para que su familia se lo
lleve. “Ya estaba casi moribundo cuando nos lo entregaron y por eso lo llevamos
nuevamente al hospital Victorino Santaella, dónde murió con la excusa de que
tenía Covid, que es ahora el invento para justificar las muertes como hicieron
con el general Raúl Baduel”, finaliza diciendo su familia.
Al
final no tuvo ni juicio ni atención médica.
Los tres policías
Erasmo
José Bolívar, Héctor José Rovaín y Luis Enrique Molina Cerrada llevan 18 años y
seis meses detenidos, acusados de las muertes ocurridas en el Puente Llaguno de
Caracas el 11 de Abril 2002 cuando Hugo Chávez fue sacado del poder por varias
horas. Aunque les corresponde libertad condicional, fueron enviados a un sitio
en peores condiciones, corriendo el riesgo de ser asesinados por la población
reclusa. Por el mismo caso fueron condenados en ese momento los comisarios Iván
Antonio Simonovis Aranguren, Henry Vivas Hernández y Lázaro Forero López.
Laura
Pérez, quien era esposa de Luis Enrique Molina, le dijo a Infobae que los tres
PM se encontraban en la cárcel militar de Ramo Verde, cuando hace 10 días
fueron trasladados, sin justificación alguna, a la cárcel Fénix de Barquisimeto,
estado Lara, a casi 400 kilómetros de Caracas.
Erasmo
Bolívar, Héctor Rovaín y Luis Molina, por los años de reclusión, padecen
enfermedades que ameritan atención permanente y por ello sus familias les
llevaban desde alimentos hasta medicinas, lo que hoy es muy difícil porque
viven en estados La Guaira y Miranda.
Erasmo
Bolívar padece de gastritis severa, desprendimiento de retina y daños en los
ligamentos posteriores de la rodilla, por lo cual fue operado. Luis Enrique
Molina es hipertenso, con frecuentes episodios que han ameritado su traslado a
centros asistenciales. Héctor Rovaín sufre de la tensión y de problemas
gástricos.
La
falta de agua potable, baños, alimentos en buenas condiciones, aseo en las
celdas de la cárcel Fénix, donde muchos reclusos deben dormir en el piso,
atentan contra la salud de los funcionarios, quienes tras 18 años y seis meses
de prisión han visto desmejorar su salud progresivamente.
Discrecional
El juez que ejecutó, en el año 2010, la
sentencia por el caso del 11 de Abril estableció las fechas en las cuales a los
funcionarios se les podrían otorgar las fórmulas alternativas al cumplimiento
de la pena con base en lo dispuesto en el Código Orgánico Procesal Penal (COPP).
Desde que cumplieron un cuarto de la pena, es decir 10 años de cárcel, los
policías comenzaron a ser beneficiarios de las medidas alternativas al
cumplimiento de la pena que les otorga el COPP.
Adicionalmente,
los policías metropolitanos están amparados por la Ley de Redención Judicial de
la pena que conmuta un día en prisión por cada dos días estudiados o
trabajados. “Si la jueza Ada Marina Armas aceptara realizar el cómputo por
redención, que por ley les corresponde, Molina, Rovaín y Bolívar ya podrían
recibir el derecho a la libertad condicional”, explicó Pérez.
Hoy,
cuando ya suman 18 años y 6 meses en prisión, aún no han recibido ningún
beneficio. Otorgárselos podría contribuir con la intención de la comisión
especial para la Reforma del Sistema Judicial de descongestionar los
penales.
La
ex esposa de Molina dice que ha habido “demasiado ensañamiento contra esos tres
seres humanos que ese día lo que hicieron fue cumplir con su labor, la de
resguardar la seguridad de quienes decidieron salir a la calle a manifestar”.
Laura
Pérez aún espera que se haga justicia, pero ahora con más ansias, pues a raíz
del traslado de Luis Molina, Héctor Rovaín y Erasmo Bolívar a la cárcel Fénix en Barquisimeto, teme que
la situación de salud de los tres empeore. “Lo más triste es que no podremos
asistirlos, viajar a Barquisimeto es muy difícil para quienes vivimos en Miranda
y en La Guaira. No tenemos recursos para pagar pasajes, llevarles la comida y
las medicinas que en esa cárcel no les dan”.
ttps://www.infobae.com/america/venezuela/2021/10/25/un-acusado-de-colaborar-con-las-farc-murio-por-falta-de-atencion-en-la-carcel-militar-de-ramo-verde-nos-lo-entregaron-moribundo/
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