Sebastiana Barráez / lunes 6 de mayo de 2019
@SebastianaSin
Tomado de Infobae
Desde hace tiempo las reuniones con el cuerpo de
generales y almirantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) tenían
como principal figura al general en Jefe (Ej) Vladimir Padrino López. Aunque
según la Ley que rige a los militares, el cargo de Ministro de la Defensa tiene
funciones administrativas, el alto oficial ha venido siendo el vocero, pero
también el comandante militar en la institución castrense.
Nicolás Maduro decidió el viernes 3 de mayo, ser él
quien le hablara al generalato, luego de una tensa y acontecida semana, y para
ello ordenó concentrarlos en una reunión
llevada a cabo en Fuerte Tiuna.
Haciendo un esfuerzo de convencimiento, y en lo que
podría significar que ya no confía plenamente en los militares que tiene a su
alrededor, o que por lo menos los coloco bajo sospecha, Maduro se reunió con
los oficiales superiores.
Dos aspectos destacaron en su intervención. Les
aseguró que nunca pensó en irse del país, desmintiendo al secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo,
quien aseguró que el martes 30 de abril Maduro estaba montado en un avión listo
para irse de Venezuela, pero que los rusos lo habían convencido para bajarse de
la aeronave. Aseguró que eso nunca estuvo planteado.
En ese marco dijo estar dispuesto a dar la vida por la revolución, porque esa fue la misión que
Hugo Chávez le dejó y que él cumpliría las órdenes del líder de la revolución.
Lo más significativo de su discurso, más allá de
las excusas y las expresiones a favor de la revolución bolivariana, fue que en
todo discurso se enfocó en tratar de hacerles sentir a los altos oficiales, allí
presentes, que están vigilados, que saben quiénes y dónde están aquellos que
tienen relación con los dirigentes de la Oposición y con aquellos “militares
traidores” que están en el exterior, desde donde, según él, está armada una
gran conspiración “contra el pueblo venezolano”.
Insistió reiteradas veces en la necesidad
de la unión militar para la paz de país y la vigencia de la institución armada.
Contradictoriamente dijo que tenía confianza plena en la Fuerza Armada, por lo
que no esperaba que hubieses “más traiciones de los hijos de Chávez”, porque en
caso contrario si ello volviera a ocurrir, habría “medidas más ejemplarizantes”,
aunque no profundizó cuáles ni de qué tipo serían. Quizá cada uno de los
altos oficiales allí presentes rememoró las imágenes y denuncias de lo que han
sufrido los militares detenidos e imputados por Traición a la Patria e
Instigación a la Rebelión, quienes han sido torturados física y
psicológicamente, violentados en el debido proceso legal, incomunicados,
degradados, a quienes les han negado la asistencia médica necesaria, la salida
al sol, obligados a hacer necesidades en bolsas, sus familiares sometidos a un
cruel maltrato psicológico.
La advertencia de Maduro diciendo que
ya no serían tan tolerantes debe haber impactado al cuerpo de generales y
almirantes.
También se preocupó en explicar los
esfuerzos y estrategias que está haciendo para garantizar el equipamiento de la
Fuerza Armada, advirtiendo que “aun con el bloqueo económico y la campaña
internacional contra Venezuela”, ha hecho esfuerzos para mejorar el apresto
operacional.
Finalmente trató de convencer a la oficialidad de que si él sale del Gobierno los militares perderían los privilegios y las posiciones de poder que hoy ocupan, asegurando que “la derecha lo que quiere es que ustedes vuelvan a los cuarteles”.
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