El doctor Luis Alberto Buttó habló en el IV Foro Pasado, Presente y Futuro de la Fuerza Armada en Venezuela, que organizó CEDES
Sebastiana Barráez/ jueves 2 de junio 2022
@SebastianaB
“Por el desconocimiento y desdén de esquemas teóricos básicos no ha podido explicarse cómo funcionan las relaciones entre civiles y militares, y lógicamente no puede haber una interpretación adaptado al contexto de los países subdesarrollados, de los países atrasados como el nuestro. Esa es la razón por la que no se ha entendido, por ejemplo, lo peligroso, lo pernicioso y lo malévolo que ha sido ese discurso que en nuestros países ha unido desarrollo con seguridad y que ha abierto las puertas para la intervención militar política, es decir, para que los militares se erijan en el árbitro supremo de nuestro destino nacional”, dijo el doctor Luis Alberto Buttó durante el IV Foro Pasado, Presente y Futuro de la Fuerza Armada en Venezuela, que organizó CEDES.
El profesor Luis Alberto Buttó es doctor en Historia,
coordinador del posgrado en Ciencia Política en la Universidad Simón Bolívar y
Director del Centro Latinoamericano de Estudios y Seguridad; es autor del libro
Teoría y Praxis de las relaciones Civiles y Militares, así como otros 12 libros,
además de artículos en revistas científicas especializadas y en Memorias
Arbitradas de Congresos Científicos.
Consideró el catedrático que el título del foro está
errado, “porque se está hablando de relaciones entre el poder militar y el
poder civil, es decir se está colocando de hecho y de plano de facto y
asumiendo que los dos poderes están al mismo nivel y eso es inaceptable en
ninguna sociedad, porque desde el punto de vista de la doctrina democrática, de
la doctrina republicana, en un país sólo debe haber tres poderes: ejecutivo,
legislativo y judicial y por definición ellos están en ejercicio y control de
los civiles. No puedes colocar una institución subordinada y obediente del
Estado al mismo nivel de los poderes que definen un Estado nacional”.
“Las relaciones entre el poder militar y el poder
civil han sido asimétricas, no han sido relaciones de igualdad. La única Fuerza
Armada Nacional que tenemos, en el Siglo XX y lo que va del XXI, comenzó a
organizarse en el Gobierno de Cipriano Castro y lo llevó a su máximo esplendor
el Gobierno de Juan Vicente Gómez, con la última fase que es la creación de la
Guardia Nacional en el Gobierno de Eleazar López Contreras”, asegura Buttó.
El IV Foro Pasado, Presente y Futuro de la Fuerza Armada en Venezuela,
auspiciado por el Centro de Estudios de Democracia y Ciudadanía, el doctor
Alejandro Oropeza explicó que CEDES (por sus siglas en inglés) es una organización
creada en julio 2021 cuya finalidad es la investigación, capacitación y
preparación sobre temas de democracia, ciudadanía, participación, DDHH, teoría
y filosofía política.
El profesor Rodrigo José Mijares explicó que el objetivo de los foros es visibilizar y rescatar la institucionalidad de las Fuerzas Armadas Nacionales con el objetivo de lograr la plena democracia, donde la Fuerza Armada es un actor determinante.
Dice que apartando “el hiato de la democracia liberal
representativa, nos encontramos con que, en el siglo XXI, miembros de la Fuerza
Armada, los militares vuelven a formar parte de la élite políticamente
dominante del país. Hoy en día con un proceso que he denominado colonización
militar de la administración pública nacional, al punto que se ha dado todas
las características y los indicadores para la construcción de un modelo de
Estado cuartel en su versión propiamente tercermundista, para un país
subdesarrollado”.
Esas relaciones, a su juicio, “han sido
insuficientemente debatidas, porque este debate en torno a las relaciones entre
el poder militar y el poder civil forman parte de un debate mayor, que debería
ser nacional y que gira en torno a tres consideraciones fundamentales: 1) ¿Qué Fuerza
Armada queremos tener? 2) ¿Qué Fuerza Armada podemos tener? 3) ¿Que Fuerza
Armada debemos o nos conviene tener? Que no necesariamente van a coincidir las tres,
pero siempre la sociedad venezolana ha rechazado ese debate”.
Lo más grave, dice Buttó, es que no solo ha sido la sociedad
venezolana la renuente a debatir ese tema, sino que “ha sido un debate siempre
esquivo al liderazgo nacional. Eso lleva a que el debate en torno a la Fuerza
Armada que queremos, podemos y debemos tener, ha sido dejado en manos de los militares
y eso ha generado históricamente un grado de autonomía militar que es
inaceptable porque genera este proceso de asimetría de predominio del poder
militar”.
Las consecuencias es que traje resultados gravísimos
para una sociedad. “El grado de autonomía, en cuanto a ese debate, se produce
un proceso que se denomina asimetría de la información, de manera que hay una
reserva, desde el sector militar, de aquellos datos que están relacionados con
las operaciones militares, con el comportamiento militar, con la acción militar,
otros. Eso no permite prever el curso de acción de los militares, por ejemplo,
en cumplimiento de armas, de órdenes o de si están conspirando para dar un
golpe de Estado”.
La segunda consecuencia grave de esa autonomía militar
sobre el debate en torno a la Fuerza Armada Nacional, “es la selección adversa,
que significa que en última instancia por estar centrado a ese debate en el
sector militar, se terminan diseñando políticas militares y políticas para los
militares que sólo favorece a los militares en concreto y que no necesariamente
van a favorecer a la sociedad en general y que no necesariamente van a
favorecer al proyecto político estratégico civil que debe de reinar en una
sociedad”.
“Y la tercera consecuencia gravísima, es lo que se denomina riesgo moral; los civiles no pueden determinar si en tiempo de paz los militares están haciendo lo correcto, lo suficiente y lo debido para prepararse para la guerra que es su función, porque no se puede defender la integridad territorial de un país si no se está lo suficientemente preparado para hacer la guerra”.
“En nuestros países, por una razón que no es baladí, y
que tiene componente histórico, los soldados no son ciudadanos soldados y no lo
pueden ser, porque han tenido que estar desprovistos de ciertos derechos
políticos para que precisamente no intervengan en política, porque sin deber
serlo han sido actores políticos y eso precisamente debe evitarse”.
Explica que hay una simplicidad de análisis que se
limita, por ejemplo, en que hay golpes de Estado buenos y golpes de Estado malos;
los golpes de Estado que te favorecen o favorecen a tu corriente política, los
consideras buenos, los otros son malos; así las rebeliones militares en 1992 (4F
y 27N) buenísimas, pero el golpe de Estado de abril 2002 (11A) abril de 2002 malísimas”.
“Asumir eso así no puede ser, porque se está utilizando a la Fuerza Armada con fines políticos que no le corresponde. Por otra parte, desde el mundo civil, se está colocando a la Fuerza Armada como responsable de los destinos nacionales. Eso es no entender cuál es la función de una Fuerza Armada dentro de una sociedad y por ello vemos a cantidad de analistas políticos pidiendo la intervención militar en política, dando a entender la supremacía militar sobre el sector civil”.
Destaca que, por ejemplo, se critica mucho a Hugo Chávez,
“es decir, la tragedia de nuestro país se personaliza mucho en esa figura pero,
cabría preguntarse, por qué cuando Chávez llegó al poder y llamó a ese conjunto
de oficiales a colonizar la administración pública nacional, a dirigir Pdvsa, comunicaciones,
industrias básicas, entre otros, no le dijeron ¿señor presidente, qué sé yo de la
industria petrolera, de comunicaciones o de finanzas?”.
Rechaza el mito de que no existían problemas en las
relaciones entre el poder militar y el poder civil, porque simplemente había
democracia. “Se olvida un elemento fundamental: ninguna Fuerza Armada del mundo
está para ser democrática ni tiene que ser democrática y es un absurdo que sea
demócrata, porque no podía ser la Fuerza Armada de un país, porque no puedes
estar deliberando cuando vas a enviar a un hombre a que tome un objetivo a
sabiendas de que el hombre va a perder la vida”.
“Las Fuerzas Armadas están para la defensa, para
preservar la Defensa Nacional, para preservar la integridad territorial de un
país. Sore mitos tú no puedes interpretar las relaciones entre un poder como el
militar y civil, porque elementos pretoriano y latente, que se están formando
dentro de esa Fuerza Armada, llevan a insurgencias militares como la del 92. No
me digan que el país, como dice el título de una película, en 1992 amaneció de
golpe, todo el mundo sorprendido ¿cómo podía pasar esto si teníamos las Fuerzas
Armadas más democrática del continente? La FAN no tiene por qué ser democrática
y no está para ser democrática”, finalizó diciendo.
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