Son cientos de kilómetros que paso a paso, sin medirlos, van dejando, casi siempre bajo el inclemente sol
Sebastiana Barráez/ 9 de octubre 2020
@SebastianaSin
Tomado de Infobae
Es impresionante verlos caminar, con solo un morral al
hombro, desde diversas ciudades del país. Su objetivo es alcanzar la línea
fronteriza, como si fueran los caballeros del Rey Arturo en búsqueda del Santo
Grial. Son cientos de kilómetros que paso a paso, sin medirlos, van dejando,
casi siempre bajo el inclemente sol. Huyen del hambre que está azotando al
país, especialmente en los estados del interior.
El transporte público ya es casi inexistente, no solo por la escasez de combustible, sino por los exorbitantes precios de los cauchos, lubricantes y repuestos. Esta es un asegunda etapa de migrantes que en masa huyen en búsqueda de un destino mejor, de supervivencia.
La mayoría lleva en la espalda el morral tricolor, que
alguna vez el Ministerio de Educación repartió en las escuelas públicas. Ahí
deben llevar si acaso un par de mudas de ropa y en la mano o en los brazos a
los niños.
Esta segunda oleada de migrantes se diferencia de la
primera, porque parecen resignados a no regresar. Van con lo indispensable,
pero lo más valioso. La primera vez miles de venezolanos viajaban, casi siempre
en autobús o busetas del transporte público. Eran cientos las unidades que
empezaron a hacer viajes exclusivos para trasladar a quienes se iban del país,
con la esperanza de conseguir trabajo y un nivel de vida mejor en otros países.
El régimen venezolano no los trató con la
consideración debida, una vez que la cantidad de migrantes colapsaron los
centros de atención y los refugios de las cuarentenas necesarias. Hay
funcionarios que los calificaron de bioterroristas, otros los amenazaron con
enviarlos a cárceles destinadas a presos de alta peligrosidad.
Pasaron los meses y los casos de Covid-19 no disminuyeron,
sino que los contagiados y muertos van creciendo cada día más, lo que es casi
una tragedia ante el deteriorado sistema de salud venezolano. Los mejores
recursos están reservados para los más altos jerarcas del poder.
Huir o morir
Ya no hay nada que mitigue el hambre de miles de
familias. La desesperación está llevando a cientos de personas, cada día, a
lanzarse a las carreteras para llegar a la frontera y pasar hacia Colombia, en
busca de un mejor nivel de vida para sus hijos.
José Gregorio Zambrano, un militar retirado, quien
acompañó a Hugo Chávez el 4 de Febrero en la intentona golpista contra Carlos
Andrés Pérez, y hace unos años se apartó de la revolución, observó y grabó a
cientos de esos migrantes, cuando cruzó la carretera de Caracas hacia el
Táchira, el 27 de septiembre.
“Son
centenares todos los días de diferentes sitios”, dice asombrado para Infobae.
Narra que algunos de los viajeros pretenden ir hasta Bogotá. “Todos esos vídeos
fueron hechos entre Barinas y La Pedrera”, que es uno de los estados del llano
venezolano, y cuya distancia desde la capital del estado Barinas hasta la
última población entre los estados Barinas con Táchira, que es La Pedrera, hay
cerca de 200 kilómetros.
Confiesa Zambrano, quien fue presidente de El
Hipódromo y, como comunicador social, director de la emisora YVKE y periodista
de VTV, que “causa tristeza, indignación e impotencia ver ese drama. No hay
ningún organismo apoyando a esa gente. Algunas personas en la vía los dejan
bañarse, dormir en un pórtico o debajo de árboles. Hay vecinos que se organizan
y les dan algo de comer o agua con papelón. Esos viajeros la están pasando muy
mal”.
Por otra parte, el productor José Antonio Castillo,
cuya familia vive al margen de la carretera, entre Guanare y Barinas, relata
que “eso tiene ya varias semanas. Un día empezamos a ver pequeños grupos de
personas que pasaban como en procesión. A veces va una mujer sola con niños o
un hombre solo con algún niño, pero la mayoría son varias personas. También han
pasado grupos grandes de amigos y familiares”.
“Vienen de todas partes. La hija mía, que tiene una
finquita más abajo y saca productos a vender a orilla de la carretera, es la
que más contacto ha tenido con alguna de esa gente, que a veces le pide agua e
incluso comida. Todos huyen por miedo al hambre que están pasando en Venezuela”
“Es impresionante pensar que se vienen caminando desde
Maracay o Valencia, desde San Felipe o Barquisimeto, porque eso es muy lejos.
Todos van hacia la frontera para ir hacia Colombia o seguir a Ecuador y Perú”.
Revela que “pocos se quedan a dormir en el camino. Se
les ve descansando, aprovechando algún techo, pero solo un rato, porque el sol
pega duro por aquí. Algunos vecinos improvisan recipientes con agua para que
puedan tomar y llenar las botellas de plástico que casi todos llevan consigo.
El domingo en la misa comentábamos lo impresionante que es el desgaste de los
niños, porque algunos son muy pequeños y los llevan caminando, sobre todo
cuando van con mujeres solas”, dice Castillo.
El mundo en Fuerte Tiuna
La brecha social en Venezuela es cada vez más amplia.
En Caracas el impacto es menor, porque el Ejecutivo trata de mantener la
apariencia de normalidad, con la electricidad, el agua potable, el gas
doméstico e incluso el combustible.
Pero los privilegios arropan a los altos jerarcas de
la revolución. Son ellos los del acceso a los alimentos, a dólares, medicinas,
servicios, entre otros.
El centro de mayores privilegios de altos funcionarios civiles y militares está en el Fuerte Tiuna. Por ejemplo, fue acondicionado, mejor que el Hospital Militar de Caracas, y con todas las garantías el Hospitalito “Dr. Vicente Salias Sanoja”, que está dentro del Tiuna.
Mientras la escasez de combustible afecta a todo el
país, otro mundo hay al atravesar las puertas del más importante fuerte militar
del país. Hay una estación de servicio de combustible que solo usa la comitiva
del presidente de la Asamblea Constituyente, Diosdado cabello, los más altos
generales, los ministros de mayor relevancia.
Esa gasolinera está ubicada dentro de lo que era el
servicio de Transporte del Ejército, que fue trasladado al Fuerte Guaicaipuro;
en su lugar funciona la Dirección de Cartografía del Ejército. Es una estación
para privilegiados, con acceso a combustible subsidiado.
Fuera de allí, las colas para surtir combustible son
de días, en el interior del país pasan semanas sin que llegue una gota de
combustible. Los estados más afectados son los fronterizos.
Por ahora un río humano de venezolanos se dirige hacia la frontera, huyendo del hambre.
https://www.infobae.com/america/venezuela/2020/10/09/la-impresionante-caravana-del-hambre-en-venezuela-miles-de-personas-huyen-caminando-hacia-colombia-ante-la-falta-de-comida/
Es ofensivo a la especie humana, morir de hambre. Al presidente y lo están engañando, debe pedir un informe y urgente.
ResponderBorrar