Sebastiana Barráez/ viernes 18 de junio 2021
@SebastianaB
Desde que la guerrilla, en especial del Ejército de
Liberación Nacional (ELN), encontró las puertas abiertas en el eje fronterizo,
que del lado tachirense abarca a los municipios Bolívar y Pedro María Ureña, la
tolerancia y después el apoyo para enfrentarse a sus enemigos paramilitares, no
pasaría mucho tiempo en que se enseñorearan en el Norte de Santander. El carro
bomba que estalló, el 15 de junio 2021, en la Brigada 30 del Ejército, en
Cúcuta, debería encender también las alarmas en Venezuela. El único interés del
ELN con Venezuela está en consolidar y extender su poder, lo que es ignorado,
por ambiciones o miopía, por parte de líderes del chavismo.
Nicolás Maduro Moros ha jugado peligrosamente con la
frontera que Venezuela comparte con Colombia, especialmente la de Táchira con
el Norte de Santander. No solo por la cantidad de medidas improvisadas que
trastocaron el paso formal y fomentaron los pasos ilegales o trochas como se
conocen en la zona, sino porque funcionarios militares y policiales percibieron
como normal la relación con los guerrilleros que se iban abriendo paso a plomo
y sangre con los paramilitares que controlaban el lugar.
El control pasó de los paramilitares a la guerrilla, mientras la Fuerza Armada Nacional Bolivariana pasó a ser espectadora del enfrentamiento entre los dos grupos irregulares, minimizada en su función de garantizar la defensa del territorio y la soberanía.
En agosto del 2015 Maduro anunció que el entonces General de División (Ej) Carlos Alberto Martínez Stapulionis sería la Autoridad Única de la Zona 1 del Estado de Excepción, decretado en la frontera; esa zona comprendía seis municipios del Táchira: Bolívar, Pedro María Ureña, Capacho Independencia, Capacho Libertad, Junín y ese día incluyó a Urdaneta.
Para ese momento, y desde la llegada a la Gobernación
del Táchira del capitán (Ej) y miembro del grupo de quienes participaron en el
Golpe de Estado del 4F, José Gregorio Vielma Mora, la situación de la frontera
se agudizó, porque el mandatario regional trajo consigo, y desde Caracas, a un
equipo de funcionarios que desconocían la realidad del estado y que nunca
tuvieron interés alguno en ella, que implementaron aventuras con la economía de
la frontera, muchos de ellos para obtener beneficios personales, que no solo
arruinaron al estado, a importantes instituciones como la Lotería del Táchira,
sino que animó a que militares y comerciantes inescrupulosos se integraran a la poderosa industria del contrabando.
Mientras la corrupción avanzaba aceleradamente y las
alcabalas eran refugio de delincuentes a órdenes de una red de militares y
funcionarios públicos con ambiciones desmedidas de lucro, los grupos armados
conquistaron espacio y territorio con la excusa de la “defensa de la
revolución”.
Es importante destacar que el general Martínez
Stapulionis no solo fue Autoridad Única de la Zona 1 del Estado de Excepción en
la frontera, sino que regresó tres años después como el máximo jefe militar de
la región, al asumir el mando de la Región de Defensa Integral (REDI) Los
Andes. El alto oficial, quien era parte del grupo de militares relacionados con
Diosdado Cabello, fue determinante para la permisividad que se vivió ante la
llegada de la guerrilla a ese eje fronterizo de Táchira con el Norte de
Santander.
Ahora bien, la figura más relevante para lo que el
ELN, principalmente, ha hecho en esa franja fronteriza del Táchira y la
consolidación de su poder, la representa Freddy Alirio Bernal Rosales, a quien
Nicolás Maduro designó a dedo en el cargo protectorado del Táchira; eso ocurrió
tres meses después que Laidy Yorveys Gómez Flórez le ganara al chavismo, y con
holgura, la Gobernación del Táchira.
El chavismo que salió derrotado impone a Bernal para que usurpe las funciones que son de la gobernación, le da el control de las Fuerzas de Acciones Peseciales (FAES), le quita a la gobernadora el control de la Policía del Estado, reduce sustancialmente los recursos del situado nacional, impidiendo que desarrolle obras necesarias, pero le permite a la guerrilla del ELN ir ocupando espacios del territorio tachirense.
Peligrosa violencia
Desde hace décadas la violencia ha sido protagonista
en territorio colombiano. Las carreteras con alcabalas de la guerrilla. La
voladura con explosivos de oleoductos y puentes. El reclutamiento de jóvenes.
El secuestro y el asesinato político. La minimización del Ejército colombiano
ante la muy poderosas FARC y, en menor grado, el ELN. La aparición de los
paramilitares. El desplazamiento de la población, algunos con familiares, que
llegaba a territorio venezolano sin nada más consigo que la vida y las
lágrimas. Ese escenario cambió radicalmente con la implementación del Plan
Colombia.
Cúcuta, la ciudad colombiana que al pasar el puente
internacional Simón Bolívar, desde San Antonio del Táchira en Venezuela hacia el
Norte de Santander en Colombia, contrasta con la capital del Táchira. La de
Colombia siempre fue mucho más desarrollada, con grandes tiendas, mercados,
hotelería más desarrollada, los casinos, el aeropuerto; tenía una fuerte vida
nocturna. Cientos de familias atravesaban el puente en sus vehículos, sobre
todo los fines de semana, para hacer compras en el vecino país; el bolívar era
muy fuerte frente al peso colombiano.
Hoy la frontera es un escenario de guerra, con la guerrilla amparándose impunemente en territorio venezolano, recibiendo gran cantidad de dinero con lo que cobran a quienes pasan por las trochas, mientras el Gobierno venezolano se niega a abrir el paso por los puentes internacionales. Además, tanto las FARC como el ELN, reciben importantes recursos del narcotráfico y crecen a la sombra de jóvenes desesperados que integran a sus organizaciones delictivas.
EEUU, Colombia y el ELN
Entre las conclusiones de un experto consultado por el periódico
LaOpinión de Cúcuta, está que “quien armó el carro bomba, lo hizo con un
novedoso sistema de explosivos que hoy tiene a los expertos en esos ataques
buscando cómo lo hicieron”.
Destaca que al analizar los
restos de la camioneta “y de hallar 2.000 metros de cordón detonante, los
peritos en explosivos concluyeron que ese sistema no había sido usado hasta el
momento en Colombia. Además, el
explosivo que usaron, conocido como pentrita, tampoco ha sido común verlo en
algún ataque”, dice LaOpinión.
El experto consultado por le medio colombiano agregó que “lo que se
puede observar en el análisis que han hecho, es que el explosivo es uno que
usan para minería, que tiene un alto poder de destrucción. Además, haber
encontrado esos dos mil metros de cordón detonante, quiere decir que la bomba
no explotó totalmente, solo fue una parte y miren el daño que ocasionó”.
Otro hecho relevante es que la primera explosión fue pequeña para atraer hacia el vehículo a la mayor cantidad de personas, de manera que una vez en el lugar, al estallar la segunda y más poderosa explosión, el número de víctimas fuera mayor y letal.
La magnitud de lo sucedido en el batallón de Cúcuta trae consecuencias. El Gobierno colombiano parece no haber estado preparado para el ataque, en el que además de soldados colombianos también había norteamericanos.
Estados
Unidos abrió investigación formal sobre el atentado, al considerarse afectados
porque tropas estadounidenses fueron atacadas en el hecho; varias agencias del norte se involucraron
para determinar los hechos: el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y
la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF).
El
presidente Iván Duque informó que el FBI ayudará a la Policía Nacional con
personal especializado en la investigación, a la vez que anunció una
compensación de 500 millones de pesos (unos 137mil dólares), para ubicar a los autores
materiales e intelectuales del atentado.
Habló
de las dos hipótesis que están manejando sobre la autoría del atentado: una que
asocia el hecho con la Grupo Armado Residual (GAOR 33) y otra con el Ejército
de Liberación Nacional (ELN).
Unas horas después, a través de un
cortísimo video, el ELN se limita a decir: “Nos permitimos informarles que
ninguna estructura del ELN tiene que ver con el ataque que se presentó el
martes 15 de junio en la Brigada 30 de la ciudad de Cúcuta, Norte de Santander”.
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