"La jefatura femenina ha registrado un importante aumento en las últimas dos décadas", revela el Informe de Coyuntura, coordinado por el profesor Luis Zambrano, de la Universidad Católica
Sebastiana Barráez/ jueves 4 de mayo 2023
@SebastianaB
“En Venezuela la jefatura femenina ha registrado un importante aumento en las últimas dos décadas”, revela el Informe de Coyuntura de un equipo de investigadores, coordinado por el profesor Luis Zambrano, que la Universidad Católica de Venezuela publica a finales de abril 2023. Enfatiza el estudio que a partir del 2018 se vuelve más notable la presencia de las mujeres como cabeza de hogar, confirmando la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) 2021, que reflejó 54% de fémina en ese rol.
Según determina el informe de la UCAB “a esta expansión de la jefatura
femenina pudiera estar contribuyendo, en parte, el intenso proceso de
emigración que se ha experimentado en el país, sobre todo en este último
lustro, por los reacomodos que este proceso impone a nivel de las unidades de
residencia y en el ritmo de formación de otras nuevas”.
“Sobre este aspecto, la Encovi 2021 informa que, en efecto, luce mayor
la presencia de mujeres en este rol de jefas en aquellos hogares con
emigrantes, 58% frente a 53%; resultados que ratifican lo aportado en su
momento por la Encovi 2018 (según el Observatorio Venezolano de Migración
(OVM), 2019)”.
Para los investigadores, en el marcado aumento de la feminización de
la jefatura de los hogares podría estar influyendo simultáneamente otros
factores como “el avance del envejecimiento poblacional, caracterizado por la
predominancia de las mujeres a causa de su mayor esperanza de vida; el nivel de
interrupción de las uniones y la mayor autonomía e independencia que han
adquirido las mujeres, debido a su participación en el mercado laboral y en el
sistema educativo”.
Acotan que “dado lo intenso del cambio en tan breve plazo, igualmente
será pertinente considerar en qué medida pudiera estar incidiendo en la
declaración de los entrevistados la regular identificación de las mujeres
como “jefas de familia”, para la percepción de los beneficios correspondientes
al sistema de protección social implementado por el Ejecutivo Nacional desde
2017”, por lo que agregan que ese aspecto requiere ser observado con mayor
atención.
Un dato revelador es que “se puede verificar que en los hogares con
bajos ingresos, más de la mitad corresponde a los compuestos por niños,
mientras que los del tipo de generaciones en edades intermedias representan el
17% del total. Este último tipo de hogar eleva su participación hasta 45%
en el caso del quintil de mayor nivel de ingreso, en tanto que aquéllos que
tienen además niños pasan a representar entre 30% y 20% en los sectores más favorecidos
(quintil 4 y 5)”.
Por otra parte, “los hogares que se encuentran en la última etapa del
ciclo de vida (solo con adultos mayores), son relativamente mucho más
relevantes en los quintiles de más altos ingresos, independientemente del sexo
del jefe del hogar. Al ser económicamente independientes, pueden, pues, optar
por vivir solos, con su pareja o con otros de su misma generación; opciones
que no están disponibles en los hogares con menores niveles de ingreso”.
Mujeres y pobreza
En el Informe de
Coyuntura Venezuela del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de
la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) participaron los investigadores: María
Alejandra Moreno, Rafael Muñoz, Santiago Sosa,
Luis Zambrano Sequín, Juan Carlos Guevara, demetrio Marotta, María Gabriela
Ponce, María Di Brienza, Juan Carlos Guevara, Mikhaela Barboza, María valentina
Rodríguez y Oscar Núñez.
Explican que “en el
censo del año 2011 se indica que “alrededor de 2 de cada 5 de los hogares era
encabezado por una mujer, lo que representaba una variación de 10 puntos
porcentuales en comparación al censo precedente; así mismo, las ediciones de
la Encovi 2014 a 2017 han informado niveles muy cercanos”.
Según información de la base de datos de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (Cepal) “en fechas próximas (2017-2019), solo los
siguientes países registraban porcentajes elevados de hogares jefaturados por
mujeres: Brasil (48%), Uruguay (47%), Chile (42%) y Costa Rica (41%), mientras
que el promedio regional para este indicador se ubicaba en 39%”.
Indica el Informe que “el censo de población levantado a inicios de la
década de los 90 ubicaba en 4,7 miembros el tamaño medio de los hogares;
veinte años después, el Censo 2011, daba cuenta de la reducción de un
miembro en la conformación de estas unidades. En el transcurrir de esta
última década los cambios demográficos (baja de la fecundidad, emigración,
envejecimiento y disolución de las uniones), la disminución en el volumen
poblacional, la tendencia que se habría dado en el ritmo de conformación de
nuevos hogares, así como otros factores de orden socioeconómico, se estarían
combinando para ocasionar una diminución en la densidad de los mismos”.
Los investigadores destacaron que con relación a las
mujeres cabeza de hogar “”se encuentra que es muy marcada su presencia en los
quintiles (distribución del ingreso de la población) de ingresos más bajos
(66% versus 57% en los quintiles 1 y 2) para luego disminuir progresivamente su
peso a lo largo de la distribución, al punto que la importancia de los hombres
en este rol las supera en los quintiles de más altos ingresos”.
Considera el
informe que el hecho de que haya más mujeres en la jefatura del hogar estaría “más
asociada a la condición de pobreza, con sus pautas culturales tradicionales en
cuanto al papel central de la mujer en la familia y su dinámica; mientras que
sería menor el rol de los factores vinculados a la mayor autonomía e
independencia femenina relacionadas con las condiciones de equidad de género”.
Agrega el equipo investigador que “el tamaño promedio de los hogares, según la condición socioeconómica, da cuenta de las variaciones por efecto de los diferenciales en los niveles de fecundidad y la complejidad de las estructuras. En el quintil más pobre, el número promedio de miembros del hogar se ubica en 4.1 para reducirse a 2,2 en el quintil más rico”.
Más o menos
ingresos
“Si en los hogares
más desfavorecidos la persona que ejerce la jefatura es una mujer, su unidad
de convivencia es más numerosa (4,2 miembros frente a 3,9 si ella no es la
jefa del hogar); esta diferencia se ve reducida a medida que se avanza en la
distribución del ingreso, hasta anularse entre los hogares en una situación
más favorable”.
Asimismo aseguran que “se muestran diferencias en cuanto a la
importancia de cada tipo de hogar según el criterio de estructura. Entre los
quintiles de bajos ingresos, de cada 10 hogares 4 son nucleares biparentales y
3 son de tipo extenso o compuesto. En contraste, entre aquéllos que disponen
de mayores ingresos, el hecho de vivir solo resulta una opción más factible
(3 de cada 10 hogares), a la par que se duplica la representación de los
hogares donde solo reside una pareja conyugal”.
“No obstante, destaca la relevancia de los hogares unipersonales en los
sectores con mayores ingresos, según reporta Encovi 2021. Este aspecto
también amerita mayor revisión, puesto que en distintos análisis realizados
con datos referidos a la década de los 90, la primera de los años 2000 y más
recientemente en la Encovi 2017, se verificó una mayor preponderancia de este
tipo de hogares en los sectores con menos recursos económicos”.
Más adelante asevera el estudio que “entre las jefas de hogar, destaca
que aquéllas que viven solas o con su pareja aumentan mucho más su peso en el
quintil de más altos ingresos (37%), en evidente contraste con la
participación en los estratos más desventajados (entre 7% y 5%)”.
Los investigadores de la Universidad Católica Andrés Bello, una de las
más prestigiosas del país, dicen en su informe que “Venezuela ha
venido atravesando desde el año 2014 una profunda crisis que se revela en las
distintas dimensiones que configuran las condiciones de vida de su población.
Tal como recoge la Encovi en sus diferentes ediciones, esta crisis se ha
manifestado en: la pérdida de fuentes estables de ingreso, fundamentalmente
las relativas a los ingresos salariales como consecuencia de la destrucción de
puestos de trabajo, y las bajas remuneraciones de los que han logrado mantener
sus empleos. Ambos factores se han traducido en un significativo deterioro de
los ingresos de los hogares venezolanos que impiden la satisfacción de
necesidades básicas, relacionadas tanto con el acceso a la alimentación como
a los servicios públicos básicos, especialmente los relativos a agua y
electricidad. Frente a este panorama, un contingente importante de población,
sobre todo joven, ha abandonado el país, reconfigurando su estructura demográfica”.
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