La vocera del Partido Popular en el parlamento de España dialogó con Infobae sobre las relaciones entre las diferentes fuerzas políticas de su país y el régimen chavista que conduce Nicolás Maduro
Su apariencia casi
dulce, su hablar bajo y firme, y esa figura pequeña y delgada, tiene poco que
ver con la fuerza de la palabra cuando en pleno Congreso le dijo a Pablo
Iglesias, el segundo
del Gobierno español: "Usted es el hijo de un terrorista. A esa
aristocracia pertenece usted, a la del crimen político". Fue su respuesta
ante la marcada insistencia ofensiva en el tono del líder de Podemos al
llamarla marquesa.
Esta mujer, además
de una política polémica, es periodista y también historiadora, hija de una argentina y un
francés, de quien tomó sus nacionalidades, además de la española ya que nació
en Madrid.
Considera que hay
disolución de dos valores muy importantes en el mundo contemporáneo: “Se disuelve la verdad que es esencial para cualquier sistema democrático y
se disuelve el valor de la ley, de la legalidad, quedando indefensas las
democracias. Por lo tanto, quienes queremos proteger la democracia, debemos asumir
las consecuencias de decir la verdad y defender a ultranza el estado de
derecho”.
A su juicio el partido Podemos “tiene
una relación de intimidad estructural con la dictadura chavista; el embrión de
Podemos es el chavismo. En sus orígenes como Fundación CEPS (Centro
de Estudios Políticos y Sociales), previo al partido,
fue de tipo más profunda y económica”.
Usted es vista,
por varios sectores como una aliada de los venezolanos, más allá del tema
político. ¿Qué la motiva a sentir y manifestar ese afecto por la defensa de la
democracia venezolana?
Fue puramente de la constatación de que se
vivía una radical injusticia en Venezuela y que la democracia venezolana estaba
siendo atropellada, de manera sistemática y feroz, por parte de un régimen
cruel. La democracia es un valor que nos interpela a todos los demócratas sin
discriminar donde vivamos. Yo no tenía vínculos personales con Venezuela antes
de implicarme en su causa; había conocido algunos venezolanos aquí en Madrid,
pero pocos y no había visitado nunca al país. Fue simple amor por la libertad,
a los derechos humanos, a la democracia y al estado de derecho, valores que no
son de izquierda o derecha, que no pertenecen al liberalismo, al
conservadurismo o a la social democracia, sino que son valores que nos
pertenecen a los seres humanos por el mero hecho de serlo. Y en la lucha por la
libertad y la democracia ya no hay fronteras
morales; no puedo defender simplemente la democracia y la libertad en mi país o
en mi entorno inmediato, en este este caso la Unión Europea y sentir que en un país
otro y desentenderme de lo que sucede en otro país. Es un por compromiso con
unos valores que son universales.
En un artículo que
leí sobre usted decía que cada vez va quedando más sola en los criterios que
expone. ¿Cree usted que esas posiciones que ha asumido tienen muy poco respaldo
o muy pocos defensores en el mundo?
No, todo lo contrario. Yo creo
que la defensa de la libertad, la igualdad y los valores generales son
mayoritarios en el mundo.
¿Entonces quienes
tienen el poder y no creen en los valores democráticos son más fuertes que
aquellos dirigidos que son muchas veces los que respaldan los valores de
libertad?
Nosotros somos más
fuertes, pero tenemos que perseverar y estar dispuestos asumir la crítica y el coste de defender estos valores, a veces
frente al poder, a veces frente a la mentira, a veces frente a la
desinformación, a la manipulación, pero también a la cobardía o al
apaciguamiento generales que son conductas muy naturales en muchos seres
humanos, porque intentan no meterse en problemas. Muchas personas prefieren ponerse de perfil a
ponerse de frente y encarar la injusticia o la ausencia de libertad, porque
encararse tiene un coste personal evidentemente, pero creo que hay que
enfrentarlo. También es una cuestión de carácter. Hay gente más dispuesta a
encarar el coste de la confrontación.
Sin duda. Lo
importante es que el tema nos atañe a todos.
Si, y hay una cierta disolución de
dos valores muy importantes en el mundo contemporáneo; se disuelve la verdad,
que es esencial para cualquier sistema democrático, y se disuelve el valor de
la Ley, el valor de la legalidad, y es cuando las democracias quedan indefensas.
Es por ello por lo que quienes queremos proteger la democracia tenemos que
reivindicar y volver a poner en valor la verdad, y asumir las consecuencias, defender
a ultranza el estado de derecho y la legalidad.
La reacción a la
reunión secreta, del 20 de enero, entre Delcy Rodríguez y el ministro José Luis
Ábalos, impacta en varios sectores, porque quizá debió tener una respuesta más
fuerte y menos cínica por parte del gobierno español. ¿Es tanto el compromiso
que hay entre ellos?
La respuesta quizá venga a lo que
comentaba antes, al momento que viviendo de disolución de valores fundamentales
que hacen posible la civilización y la convivencia pacífica, que son la ley, la
libertad, la igualdad del Estado de derecho. Es muy importante el papel que
juegan los equidistantes, lo que se colocan en el medio. El bien existe, y estos
valores forman parte del bien, son lo que hace posible la convivencia y la paz
en las sociedades y la libertad, pero también existe el mal, regímenes e ideas
malignas que se promueven y que destruyen las sociedades: la dictadura, la tiranía,
la ilegalidad, la mentira. El gran problema es el espacio tibio intermedio,
conformado por personas en apariencia razonables, que con su tibieza y su
presunta equidistancia legitiman el mal y debilitan el bien y a las personas
que luchan.
¿En el caso Venezuela?
Ha habido una dictadura, hace
muchos años, operando con crueldad terrible, destruyendo un país. Desde adentro
ha habido gente luchando heroicamente, frente a esa dictadura, en la oposición,
durante muchos años e intentando movilizarse, asumiendo el coste, yendo a la
cárcel, como jóvenes estudiantes, líderes políticos, empresarios, exiliados. Y
luego ha habido, en medio, esa equidistancia, personas que se han presentado a
sí mismo como promotores del dialogo, tergiversando ese concepto en beneficio
del régimen. En ese espacio de equidistancia ha habido personas concretas, José
Luis Rodríguez Zapatero es un ejemplo perfecto; él empezó presentándose como
mediador entre dos partes y acaba utilizando el diálogo en beneficio estricto de
la narcodictadura, se ha convertido en agente del régimen hace muchos años.
También pasa con
países.
Por supuesto, en esa
equidistancia también han estado muchos europeos. partidos políticos e
instituciones europeas que, en el fondo, por no comprometerse, por no mojarse,
por no tomar partido, por no meterse en más líos, por intereses económicos, por
intereses geoestratégicos no han dado un paso al frente en defensa de los
demócratas venezolanos y se han limitado a promover diálogos y operaciones de
negociación, asumiendo para Venezuela o cualquier otro país de América Latina o
del mundo, lo que jamás aceptarían para sí mismos. Es lo que Mario Vargas Llosa,
hace muchos años, en una magnífica conferencia. denunció como un racismo
visceral, hay una forma de racismo que consiste en aceptar para Venezuela lo
que un europeo nunca aceptaría para sí mismo.
Exactamente.
Es decir mucha de esta gente de Podemos
y de partidos de izquierda radicales que han defendido el chavismo, que justifican
ese régimen, que lo legitiman, practican una forma de turismo del ideal,
revolución en patio ajeno, es decir, que se haga la revolución en Venezuela con
el dramático coste humanitario que eso supone mientras tranquilamente disfrutan
los beneficios del capitalismo occidental, del estado de derecho y de la
democracia liberal en Europa; es una actitud indigna, inaceptable e inmoral.
¿Cree que eso sucedió
en el caso de la reunión Delcy-Ábalos?
En la visita de Delcy Rodríguez a
España en la clandestinidad y de su encuentro nada menos que con el ministro de
transportes y número tres del Partido Socialista, tiene los peores ingredientes
que puede manifestar un Gobierno democrático español: la mentira, el desprecio
a los derechos humanos y el desprecio a la ley. Se mintió desde el primer
momento, ocultándolo y luego dando versiones sucesivas falsas. Se mintió impúdicamente,
sin vergüenza alguna, una y otra vez a la prensa, a la opinión pública. Si se
miente tan reiteradamente es porque se tiene algo que ocultar. Además, hay unas
sanciones europeas clarísimas que impiden que la señora Delcy Rodríguez no
solamente ponga un pie en suelo español, sino que sobrevuele el territorio
español, de la Unión Europea. Ella aterrizó en España impunemente, pasó la
noche en el aeropuerto, fue agasajada, protegida y amparada por el Gobierno
español.
Fue un ‘no me importa
la ley’.
Eso jamás debió haber sucedido
por cuestiones morales y legales. Y en cuanto a los derechos humanos, ahí está la
oceánica hipocresía del discurso gubernamental, que es una coalición del
Partido Socialista y Podemos, que se llenan la boca hablando permanentemente de
derechos humanos y justicia social, pero que con su actitud respecto a
Venezuela legitiman y blanquean un régimen que está violando sistemáticamente
los derechos humanos del pueblo venezolano. Y yo lo he visto, he estado en
Venezuela, la última vez vi las grandes movilizaciones en torno a la designación
de Juan Guaidó como presidente de Venezuela. He visto las cárceles, he visto a
los estudiantes violados, encarcelados, reprimidos, he visto a los ancianos
haciendo cola durante horas entre supermercados y farmacias. He visto madres descalzas
cruzando la frontera de Cúcuta con sus niños en brazos, arrastrando bolsas,
caminando Dios sabe hacia donde, miles de kilómetros hacia el Perú. He visto dirigentes
de la oposición pasando años en la cárcel, visité a Leopoldo López que, aunque no
me dejaron entrar a la cárcel, hablamos a gritos desde las afueras de Ramo Verde.
He estado con Antonio Ledezma. Le hice la primera entrevista a Lorent Saleh cuando
salió de La Tumba y me contó su experiencia.
¿Qué pasó con España?
¿Se le olvidó la defensa a los derechos humanos?
La obligación de España, por
razones histórica, cultural de vínculos con América, por razón moral, de tipo
democrático básico, por su posición europea, es encabezar el movimiento
internacional para poner fin inmediato a ese régimen. España debería estar liderando
la movilización internacional de condena de ese régimen, de sanción a sus
jerarcas y de presión para acabar una vez con esa tiranía. El pueblo venezolano,
durante muchos años, ha hecho un esfuerzo sobrehumano para sobreponerse a la
dictadura, pero necesita el apoyo externo. Cuando desde la hipocresía europea o
internacional se dice no podemos asumir nosotros una forma de injerencia en
Venezuela, se niega que en Venezuela se esté produciendo desde hace años una
radical injerencia cubana y la de otras potencias ahora como Rusia. Lo
alucinante es que los demócratas se nieguen a intervenir en defensa de la
democracia.
Usted como periodista
sabe lo que significan los medios de comunicación. En Venezuela la situación de
censura, bloqueo y desaparición de medios ha sido sostenida en el tiempo de la
llamada revolución bolivariana. ¿Qué le recomienda usted a los periodistas
venezolanos?
Es una pregunta difícil
ciertamente. Perseverancia y no caer en el desánimo. Ese es un mensaje no
solamente para los periodistas venezolanos, sino para todos los demócratas
venezolanos. Sepan que hay millones de personas también en España que defienden
su causa y la hacen suya. Que millones de personas consideran que ese régimen
es una tiranía atroz y que defienden la legitimidad del presidente Guaidó y de
la Oposición. El caso de los medios en Venezuela es admirable cómo se han
buscado caminos para sortear la presión del régimen. Conozco muchos periodistas
venezolanos y dueños de medios, que han debido hacer milagros para para sortear
la dictadura y mantener viva la llama de la libertad de prensa y la libertad de
expresión; esa es una opción admirable. En eso ayudan las nuevas tecnologías. Internet
es una fuente de libertad y también redes sociales en Venezuela, que funcionan como
mecanismo de movilización y de protección de la democracia; funciona mucho más
que aquí en Europa. También tiene su calavera, desinformación, pero sí ha
servido como instrumento.
A medida que la
violación de derechos humanos en Venezuela es más cruenta y sistemática…
Estos jerarcas algún día tendrán
que pasar por el Tribunal Penal de la Haya, como personas responsables de los
más graves delitos de lesa humanidad.
Uno esperaría que
hubiese más claridad. España dio un retroceso en esa materia con Venezuela.
Es un clima general de erosión de
valores básicos en las sociedades, es decir hay una aceptación a la injusticia,
a cierta disolución del compromiso con la libertad, la democracia y los derechos
humanos, incluso en los propios países respecto a sus propias democracias. En
el caso de España llevo tiempo, con especial inquietud, haciendo llamamiento a
la movilización de los ciudadanos en defensa de su democracia y que no caigan
en el cansancio y el desistimiento. Mucha gente llega a creer que esto no tiene
solución, que es inevitable, inexorable. La política se degrada tanto que
empiezan a alejarse de la política, pero ese es el camino más corto hacia el
triunfo del mal. Si nos cansamos, el mal triunfa.
Y el mal parece que
nunca se cansa.
No, es la gente que trabaja por
la destrucción, porque hay muchos intereses, mucho dinero y poder.
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