Felipe Fernando Candelario Pérez Martí, quien fuera ministro de planificación del fallecido mandatario, reveló a Infobae cómo los grupos de poder se hicieron con el control del Estado para obtener beneficios vinculados a la renta petrolera y al narcotráfico
Sebastiana
Barráez/ miércoles 13 de enero 2021
@SebastianaB
Tomado
de Infobae
La
enfermedad de Venezuela es el caza-rentismo, exacerbado porque además el cartel
de mafias no solo se ocupa del petróleo o la minería sino cualquier otro
negocio relacionado, como la droga. Eso tiene connotaciones geopolíticas
internacionales; el cartel nuestro está relacionado con Cuba, China, Rusia,
Irán. Quienes integran la mafia buscan fuerza política y geopolítica para
mantenerse en el Poder. No se trata de cambiar de hombre en el poder, porque supón
que quitamos a Maduro, viene otro gobierno, que también va a ser corrupto, la
solución es quitar la renta, sea petrolera, minera, u otra, para que el
gobierno no pueda controlarla.
Así
lo señala para Infobae el economista con maestría y doctorado en la Universidad
de Chicago, Felipe Fernando Candelario Pérez Martí, exministro de Planificación
de Hugo Chávez desde mayo 2002 hasta abril 2003. Entró después de haber
ocurrido el golpe del 11 de Abril. “Chávez llegó mansito. Hizo una comisión de
diálogo en la que estaba Janeth Kelly y yo, para plantear qué hacer para
arreglar las cosas”. Un mes después lo nombra Jefe del Gabinete Económico, Jefe
de la Comisión de Transformación del Estado y Jefe de la Comisión de
Democratización.
Lo
llamaban con burla “Chicago Boy o Iesa Boy”, porque promovía el mercado. “Pero
también soy alguien a quien le interesan los desvalidos, los pobres, los
trabajadores, los viejitos, los niños, las mujeres, los excluidos”, dice quien
hoy dirige el Movimiento Libertadores y promueve el Pacto Republicano.
Dice
que cuando la boda de la hija de Chávez que se celebraría en Miraflores le dijo
al entonces Presidente “que eso no debía ser porque es un edificio público, que
pertenece a los ciudadanos. Me negué a ir, aunque muchos pensaron que no había
sido invitado. Sencillamente, no fui porque no iba a traicionar mis principios.
En otra oportunidad, Chávez llamó a unas personas para conseguirle empleo al
esposo de su exesposa. Eso me pareció incorrecto”.
¿Qué
vio en el Gobierno de Chávez que lo hizo apartarse?
Él
me nombra con intención, aseguro que sincera, de llegar a un acuerdo con el sector
privado y la Oposición. Me dio mucho poder, por lo que designé a los Ministros
de Producción y Finanzas, así como al presidente de Banco de Desarrollo
(Bandes) y las corporaciones regionales. Elaboré un plan de consenso nacional y
fui a hablar con Fedecámaras, Consecomercio, Asociación Bancaria, Conindustria
y con la Oposición, gobernadores. Con la premisa de la Teoría de las Profecías
Autocumplidas partía que, si los principales líderes de opinión en lo económico
llegan a un acuerdo y lo visibilizan, van a liderar, lo que se llama, en Juegos
de Coordinación, un equilibro bueno; eso solo es posible con las acciones.
¿Qué
pasó entonces?
Tuvimos
el mejor régimen cambiario de toda nuestra historia, porque el mercado fijaba
la tasa de cambio que era una sola y se estabilizó por completo. No había
inflación, las reservas internacionales se estabilizaron. Contrario a lo que se
piensa, Chávez le dio una oportunidad al mercado; no era comunista o
socialista. Siempre entendí que las sociedades con armonía social y política
son las que crecen, no sucede así con las conflictivas o muy desiguales.
¿Qué
falló?
En
realidad, nuestro sector privado y nuestra Oposición no quería una economía de
mercado, lo que querían era el caza rentismo, usar al Estado para beneficios no
relacionados con la productividad y quisieron a Chávez de títere, pero él era
muy singular para sus cosas, no era manejable. Anteriormente Carlos Andrés
Pérez también intentó una economía de mercado y quienes no lo dejaron fue el caza
rentismo.
¿Qué
es el caza rentismo?
Tiene
varios síntomas, entre ellos la corrupción endémica; alrededor de la renta se
organiza un cartel de mafias que involucra al gobierno y al Estado, captura
líderes de oposición, medios de comunicación, encuestadoras, líderes de opinión
y opinadores políticos. El Estado maneja los hilos de ese teatro de titiriteros
del cartel. En Venezuela, se ha generado esta mafia, que ha traído consigo la
nefasta situación actual. Otro síntoma, el militarismo; los militares dejan a
un lado su función de defensa nacional, para ser parte de la mafia, por
prebendas. Maduro es un títere a la merced de la dominación de ese cartel. El tercer
síntoma es centralismo institucional y territorial; la capital domina a las
regiones por completo, coloca gobernadores paralelos. No existe independencia
de poderes, el gobierno domina la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo, el
CNE, la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía. Al cartel de mafias lo que le
interesa es el Poder para controlar la renta.
¿Son
tres características o cuatro?
Faltan
dos. Una es el populismo rentista y el clientelismo político. A la hora de unas
elecciones, el cartel de la mafia compra a la gente con los CLAP, bonos, etc.,
la convencen también mediante los Medios, y la dominación que tienen en cuanto
a los votos. El último síntoma, es la cultura del rentismo, haciéndole creer a
la gente que lo importante de la economía no es producir en una sociedad, sino
la viveza. En Venezuela, esta característica del caza-rentismo, está
exacerbada, porque además ese cartel de mafias no solamente se ocupa del
petróleo, van a la minería o a cualquier negocio, como la droga. Esto tiene
connotaciones geopolíticas internacionales, porque ese cartel se entronca en la
geopolítica; el cartel nuestro está relacionado con Cuba, China, Rusia e Irán.
¿Cuál
es el remedio?
El
más apropiado es aplicar un fondo petrolero tipo Noruega, pues la renta va a
este fondo en el exterior, que es la plata de todos los venezolanos, por igual,
va a toditos los venezolanos a un fondo de pensiones, generando ganancias. El
remedio para el caza rentismo, es eliminar el cartel de la mafia. Si la mafia
no cuenta con dinero para corromper a los militares, éstos tendrán que
encargarse de su función y la democracia mejoraría, porque es un sistema de
control de la gestión administrativa. La cultura del rentismo entonces no va a
poder comprar gente ni votos porque no tiene con qué. El último síntoma es la
volatilidad y la inestabilidad macroeconómica.
¿Cuál
era su relación con Chávez para que él lo hubiese escogido como Ministro?
Yo
no tenía relación con él directamente. El entonces gobernador de Guárico,
William Lara, me buscó, porque eran conocidos mis artículos en el IESA y El
Universal, donde cuestionaba cosas estándares en Venezuela, yendo a la raíz del
problema.
Ya
en el cargo, ¿cómo fue esa relación con Hugo Chávez?
Al
principio muy buena, porque él basó sus esperanzas en mí, en esos cambios. Recuerde
que eso fue después que él llegó mansito del golpe del 11A y quería a una
persona que podía favorecer el acuerdo, pero también alguien en quien confiaba
por tener la idea de que a los pobres no se les podía abandonar. Chávez me dio
un tremendo poder, me el cambio del régimen cambiario, que los bancos no
querían, pero que cuando se instauró, les callé la boca a banqueros y a
corruptos del Banco Central, quienes pasaban datos confidenciales a la banca.
¿Cuándo
se echaron a perder las cosas?
Las
cosas empezaron a dañarse cuando los caza-renta vieron peligro en lo que yo
estaba haciendo al frente de la Comisión de Transformación del Estado, donde impulsé
un mecanismo para que todos los ciudadanos pudieran hacer seguimiento de los
gastos e ingresos del gobierno, la contratación de empresas, las licitaciones,
trámites administrativos; cualquier persona podía tramitar una gestión por sí
misma, a través de Internet, era un plan sencillo y nadie tenía que pagar por
tales servicios. Esto perjudicaba por completo al cartel de mafias. Entonces
los políticos y empresarios se preocuparon, entre ellos José Vicente Rangel,
uno de los políticos más nefastos que hemos tenido en la historia de Venezuela
y probablemente en la historia del mundo. A los militares, por su parte, no les
gustó que pusiera a Pierre Curosi a representar a Venezuela en el Banco Mundial.
El caza rentismo me percibió como un enemigo, porque Chávez sería guiado por mí
para cambiar el Estado, por eso no quisieron mi plan de consenso nacional, e impulsaron
el paro petrolero.
¿No
recibió apoyo de los Medios de Comunicación, de sectores opositores o del
propio chavismo?
No.
Al contrario, a mí los Medios me ridiculizaban, decían que yo era el ministro
místico. En el chavismo el único que me apoyaba era Chávez, quien finalmente se
dejó arropar por una serie de comentarios sin fundamento, pues mi único
propósito era controlar los recursos públicos.
¿Cómo
fue Tobías Nóbrega?
Nóbrega
no sabía absolutamente nada de economía, era un diente roto, se la pasaba
hablando para que la gente creyera que sabía mucho, era un ignorante.
¿Entonces
ni chavistas ni opositores?
Los
chavistas me atacaban de los dos lados. Después del paro petrolero que ganó, Chávez
cayó en las manos de Fidel, quien le hizo creer que la burguesía y el
imperialismo lo querían tumbar, y le dio un diagnóstico equivocado, porque
quienes lo querían fuera de Miraflores eran los caza-renta rojos y azules.
¿Cómo
fue su relación con el entonces vicepresidente José Vicente Rangel?
Antes
le tuve admiración, porque creía que era un tipo justo, democrático, honesto, ocupado
de los derechos humanos, de los presos, pero trató de corromperme desde el
primer día, empezó a mandarme casos de corruptelas. Me envió a su hermana para
que yo le diera un empleo a su esposo, en un cargo de fiscal en la Corporación
del Centro. Le hice saber que mi función no era dar empleo. Básicamente, mi
relación con José Vicente se tornó ácida. En resumen, pude observar mucha
corrupción en el gobierno. El presupuesto que se hizo allí en el 2003 consistía
en sumar todo lo que pedían los ministerios; el presupuesto era la suma de
todas esas peticiones de ministros, una cosa si razón. Se organizaron para
quitarme. A los militares no les gustó que yo pusiera a Per Kurowski a
representar a Venezuela en el Banco Mundial, porque querían el cargo para
ellos, igual que el PSUV. Como empecé a hacer cosas que les molestaban trataron
de corromperme.
¿En
qué cosas por ejemplo?
Permítame
narrar esto un poco fuerte; José Vicente Rangel y el dueño del Banco Federal,
Nelson Mezherane, que financia a varios políticos en el exilio, se pusieron de
acuerdo para armarme una emboscada en la embajada árabe. Un vicepresidente del
Banco Federal me dice: ‘te tenemos unas princesitas’. Inicialmente no le
entendí que se refería a un harén de muchachas. Me fui de allí y ni me enteré.
La segunda vez, advertido por los compañeros del Ministerio, ya iba sobre
aviso. Rangel me lleva a la emboscada, porque no había ninguna razón para que fuera
a esa embajada árabe; llega otro vicepresidente del Banco, y me dice ‘recuerda
que te tenemos una princesita, ésa que va por allí es una de ellas’, me dijo al
pasar una muchacha como de 19 o 20 años, muy bella, vestida como una chica
normal. Entré en cólera, me puse rojo, de broma no le doy un trancazo en la
nariz a ese tipo en medio de la fiesta. José Vicente me mandaba cada caso.
Envió a un tipo que quería que el BANDES le diera un crédito, casi sin soporte,
para comprar ocho barcos mercantes; le respondí que no podíamos hacer eso,
porque eran créditos para el empleo, pequeña y mediana industria. Su
justificación es que allí van a estar empleados los marineros. Eran corruptelas
de cualquier tipo.
Poco
revolucionarios, pues.
Yo
me decepcioné de todos ellos, dígame, Aristóbulo Istúriz, muchos de ellos
actuaban con nepotismo, con amiguismo, creían que llegaron al gobierno para
apropiarse de una empresa, de una hacienda. A Tobías Nóbrega lo propuse yo para
ministro; pero Nóbrega resultó ser un corrupto que me traicionó desde el primer
día, porque en lugar de un economista honesto y capaz, puso en la
Superintendencia de Bancos a un tipo de la banca que vivía en Miami, zamuro a
cuidar carne. No tuve éxito porque no me apoyaron ni los del chavismo, ni los
de la oposición y Chávez se tiró en los brazos de Fidel.
¿Cuánto
tiempo duró usted en el gobierno de Chávez?
Once
meses, exactamente, desde mayo de 2002 hasta abril de 2003. Fue José Vicente
quien me comunicó la decisión de Chávez, ofreciéndome el cargo de representante
de Venezuela en el Banco Mundial o de embajador en Argentina; le respondí que
no estaba interesado. Tiempo después estando en la Casa del Padre, en Táchira,
Chávez llama para preguntarme qué había decidido. Le ratifiqué mi decisión de
no aceptar cargo alguno. Le dije que mi único Comandante Supremo era Dios. Me
pidió que le ayudara a promover un arreglo entre el gobierno y el sector
privado, una cosa promercado con la oposición.
¿Cómo
funcionaba el Gobierno de entonces?
Ahí
había gente que no actuaba por principios, sino por la influencia, por el
poder, incluso personas a quienes yo había nombrado me traicionaron, me dejaron
solo y el Ministro de Planificación no era jefe de nada en la práctica. En esos
últimos tiempos en el Gobierno como creyeron que había perdido el favor de
Chávez, porque no fui a la boda de su hija, ya ellos no tenían por qué ser amigos
o contactos míos.
Lo
que me indica con lo de la boda de la hija de Chávez, es que el valor estaba en
tener el favoritismo de Chávez, es una imagen de ministros mediocres, siguiendo
al ídolo. ¿Cómo eran las reuniones de Gabinete?
Cuando
Chávez las presidía eran interesantes, pero no así con José Vicente y fue
cuando me di cuenta de muchas cosas malas en las que andaba, porque cuando JVR presidía,
lo que se hacía era aprobar contratos militares, compra de aviones, de lanchas,
de municiones, un dineral en armas que no se usaban y que ahora sabemos que
muchas eran chatarra.
¿No
le dijo a Chávez eso?
Ante
las críticas que en diversas oportunidades formulé, Chávez me aconsejó que no
me metiera en esos temas, porque los militares estaban molestos, porque a esa
cúpula militar corrupta lo que le preocupaba era el dinero que obtenían de sus
corruptelas. Al discutirse el presupuesto de 2003, tuve un conflicto tremendo
estando Chávez allí, yo les alertaba sobre la inflación de un presupuesto demasiado
elevado, pero en esas reuniones había muchos adulantes. El Ministro de
Relaciones Exteriores, Roy Chaderton y yo, éramos los únicos que manteníamos
una posición contraria, los demás asentían a todo, para congraciarse con
Chávez.
¿Anécdotas
con gente de oposición?
Te
puedo contar algunas. Cuando había esas pugnas políticas contra Chávez, el
diario El Nacional, por ejemplo, empezó a atacar a Chávez y éste le quitó toda
la publicidad del gobierno. Entonces El Nacional me llamó a mí y a otro
ministro, para que le dijéramos a Chávez que si él regresaba la publicidad no
lo volvían a atacar políticamente. Me enojé tanto que no le dije nada a Chávez.
Después
de aquella llamada de Chávez cuando usted estaba en la Casa del Padre ¿volvió a
hablar con él, a verse?
Sí.
Cuando salí del gobierno, me dediqué a promover la Democracia desde la base, y fundé
la organización Conexión Social, hacía reuniones en los barrios y
urbanizaciones, donde les decía que los ciudadanos deben empoderarse y desde
allí, elaborar una república, conquistando, retomando lo que es su propiedad,
Venezuela. Chávez me mandó a decir con el ministro de Obras Públicas, Haiman El
Troudi que no hiciera eso. Giordani me mandó a decir, enojadísimo, que yo no
podía hacer eso. Le respondí ‘vamos a seguir en esto’. Chávez llamó para apoyarme,
me mandó a unos guardias nacionales, a una asamblea en Carora, en la que
civiles como militares se pusieron de acuerdo para votar y declarar socialista a
Conexión Social; me opuse, pero vencieron y yo renuncié a la organización.
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