El 2020 representó el período de mayor brutalidad contra los detenidos, de los cuales 127 son militares y 227 son civiles. Los métodos de tortura se intensificaron y la pandemia marcó la etapa de mayor angustia
Sebastiana Barráez/viernes 01 de enero 2021
@SebastianaB
Tomado de Infobae
Ni siquiera los 110 “indultos” que el régimen de Nicolás Maduro concedió el 30 de agosto 2020, hicieron que el nuevo año que se inicia hoy tenga cifras más alentadoras. Hoy hay no menos de 354 presos políticos en las cárceles de Venezuela; 227 son civiles y 127 son militares. Desde hace un año se contabilizan por primera vez 13 indígenas imputados por razones políticas, uno de ellos, el pemón Salvador Franco, con un peligroso cuadro de desnutrición y deterioro de la salud, aun así la ministra de Asuntos Penitenciarios Mirelys Zulay Contreras no ordena su traslado a un centro de salud.
El 2020 representó el año de mayor brutalidad contra
la generalidad de los presos políticos en Venezuela. Si bien es cierto que el
2019 tuvo como característica especial que los defensores de derechos humanos,
los presos políticos y sus familiares centraron sus esperanzas en la actuación
de la Alta Comisionada de DDHH de la ONU, Verónica Michelle Bachelet Jeria, la
realidad es que los métodos de tortura se intensificaron y el Covid-19 trajo
consigo la etapa de mayor angustia, silencio, desesperación y tristeza en las
familias de los presos por cuestiones políticas.
Por una parte, el régimen de Nicolás Maduro libera a
algunos presos, pocos salen totalmente libres, pues la gran mayoría son
enviados a casa por cárcel o con régimen de presentación, pero por otra parte
detiene a nuevos dirigentes políticos, civiles que son apresados por manifestar
su opinión, por reclamar ante la negligencia del gobierno nacional o incluso
local, por manifestar ante la falta de agua, gas, combustible, fallas
eléctricas, escasez de alimentos o papel moneda.
En el caso de los militares la situación es
aterradora. La alta jerarquía política y militar habla de las bondades del
Gobierno, de la unidad cívico militar, de la fortaleza de la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana o del magnífico apresto operacional. Pero la realidad es demasiado
obstinada, los números de deserciones y de conspiraciones, así como de eventos
negativos en la institución castrense, reflejan lo contrario de lo que dice el
Alto Mando Militar.
A eso se le agrega la incapacidad que ha demostrado la
institución castrense para responder ante el avance de los grupos irregulares
armados, especialmente de paramilitares y guerrilla, ante quienes se presentan
desdibujados, sin la fuerza para impedir la invasión de territorio, el uso de
armas de guerra, el sometimiento de la población a fuerzas extranjeras, la
imposición de medidas impuestas por
grupos como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), organización
guerrillera que se ha fortalecido en territorio venezolano.
La guerrilla se ha
enseñoreado en cientos de trochas existentes entre Colombia y Venezuela; se
instalan con computadoras portátiles para chequear las identificaciones de
quienes pretenden atravesar de un lado a otro de la frontera, lo que indica que
los elenos tienen la base de datos que debería ser exclusivo del Servicio Administrativo de
Identificación, Migración y Extranjería (SAIME), porque pueden chequear a
quienes estén o no inscritos en el Consejo Nacional Electoral (CNE) y los
pasaportes.
A veces la guerrilla no permite pasar por los puentes
artesanales y obliga a atravesar el río. Usan la
computadora como si fueran funcionarios de migración, incluso determinando si
alguien tiene problemas con el gobierno o legal.
Ni por orden del juez
(http://www.sebastianasinsecretos.com/2020/12/venezuela-los-indigenas-de-la-operacion.html)
A Franco lo detuvo, el 30 de diciembre 2019, en la comunidad
Kumarakapay, una comisión de funcionarios de la Dirección General de
Contrainteligencia Militar (Dgcim), en
la comunidad Kumarakapay por funcionarios de la DGCIM. Lo trasladan de ahí al
Batallón de Infantería de Selva 513 Marino Montilla, ubicado en Luepa.
Pasan los días y el 06 de enero 2020 lo trasladan a Caracas,
específicamente a la sede central de la DGCIM en Boleita, Caracas. Queda
detenido después de ser presentado ante el Tribunal Cuarto (4°) de Primera
Instancia en Funciones de Control con competencia en delitos asociados al
terrorismo del Circuito Judicial Penal de la Circunscripción del Área
Metropolitana de Caracas, , a cargo del juez José Mascimino Márquez García.
Es insólito la cantidad de delitos que le imputan a Franco, así como a los otros indígenas:
- Conspiración en la forma política, previsto y sancionado en artículo 132 del código penal;
- Terrorismo, previsto y sancionado en el artículo 52 de la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo (LOCDOFT);
- Sustracción de arma de fuego o municiones en resguardo, previsto y sancionado en el artículo 121 de la Ley para el Desarme y Control de Armas y Municiones; Asociación para delinquir, previsto y sancionado en el artículo 37 de la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo (LOCDOFT);
- Uso de adolescente para delinquir, previsto y sancionado en el artículo 264, de la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente;
- Porte ilícito de arma de fuego, previsto y sancionado en el artículo 112, en relación con el artículo 4 de la ley para el Desarme y Control de Armas y Municiones;
- Aprovechamiento de la cosa proveniente del delito, previsto y sancionado en el artículo 470, del Código Penal.
Sin orden alguna del Tribunal, el 13 de mayo 2020 sacan a Salvador
Franco de la DGCIM Boleíta y lo llevan a la cárcel Rodeo II en Guatire, estado
Miranda, donde permanece; desde que llegó a ese recinto carcelario presentó
problemas delicados de salud, por lo que ha ido deteriorándose físicamente. Sus
familiares han denunciado que escupe sangre, presenta desnutrición porque en la
cárcel no les dan alimentación suficiente y él está muy lejos de su familia y
de su comunidad.
Aunque fue presentado ante tribunales estuvo 56 días incomunicado, sin
que se le permitiera contacto alguno con familiares ni con abogados. Aunque
hubo denuncias públicas nada resultó. Los indígenas han sido tratados de manera
muy cruel, de manera que no se supo nada de los detenidos hasta el 21 de
octubre cuando se realizó la audiencia preliminar.
Ese día el juez Márquez García constató el evidente deterioro de salud de
Salvador Franco y ofició a la cárcel del Rodeo II para que fuera traslado a un
centro asistencial. El viernes 23 los abogados el juez le dijo a los abogados
del Foro Penal que representan a los indígenas, que había oficiado el traslado
de Franco, lo que hasta ahora no se ha cumplido.
“Está escupiendo sangre, no puede respirar bien, está en estado de
desnutrición”, revela su hermana Liset Franco. Es necesario que la ministra de Asuntos
Penitenciarios, Mirelys Zulay Contreras dé la autorización para que pueda ser
trasladado a recibir atención médica.
https://www.infobae.com/america/venezuela/2021/01/01/venezuela-inicia-el-nuevo-ano-con-354-presos-politicos-senalados-por-conspiracion-contra-el-regimen-de-nicolas-maduro/
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