Denunciaron que fueron engañados y que no realizaron ni siquiera un homenaje en honor a las víctimas
Sebastiana Barráez/ lunes 26 de julio 2021
@SebastianaB
Con lágrimas y tristeza se declaran sorprendidos por la manera como fue manejado el caso de los militares asesinados por la batalla que la Fuerza Armada libró contra la guerrilla colombiana al mando de alias Arturo.
“Es muy lamentable. Somos muchas familias las que estamos sufriendo la
pérdida de un ser querido de esa forma. Estamos muy indignados con el Gobierno
y el Alto Mando Militar. Quieren tapar el sol con un dedo y mantenernos
engañados. ¿Sabe que tristeza da? Además de todo lo ocurrido, es la mísera
indemnización que dan, a algunos no fue más que 700 mil bolívares (unos 200
dólares)”.
Y a eso deben agregarle que cuando intentan hacer
reclamos o pedir explicaciones en los comandos del Ejército la respuesta que
reciben es que el comandante del componente no es el mismo que estaba cuando
ocurrieron los hechos, es decir el general Domingo Hernández Lárez y que el
nuevo comandante, el general Félix Ramón Osorio Guzmán es nuevo. “Nos dijeron
que los problemas que nosotros tengamos como familiares ya nada tienen que ver
con el nuevo comandante general, lo cual no debería ser así”.
Pidieron que por ahora no los identificara porque
temen a la represalia que puedan tomar contra ellos. “Siempre hubo la
‘recomendación’ de los funcionarios militares que nos llamaban o se reunían con
nosotros de que no contactáramos a periodistas, ni publicáramos nada en redes
sociales”.
Confiesan que “al principio muchos funcionarios
estaban pendientes, llamaban o visitaban las casas de algunos de los familiares
de los militares asesinados en Apure. Daban las condolencias y hacían entrevistas,
otra vez volvían para otra entrevista y así entrevista tras entrevista dizque
para los informes, porque los pedía el comandante tal o el general tal”.
“Ya pasaron tres meses desde que nuestros familiares
fueron asesinados y no nos han cumplido nada de tantas cosas que prometieron.
Estamos muy molestos, dolidos por lo que ocurrió y por el trato que recibimos.
A los familiares nos hicieron ir a Caracas para ser atendidos por el Ministro
del Despacho de la Presidencia, prometiendo muchas cosas: casa, estudios,
medicamentos, muchas cosas, considerando que nuestros hijos, esposos, suegros,
hermanos o padres eran un apoyo económico para su familia. El Gobierno no ha
cumplido nada”.
Coinciden en señalar que después de colocarles la mano
en el hombro les prometían que a los asesinos de los militares en Apure “los
van a traer en bolsas negras, que se van a vengar. Puras mentiras. Tiraron a
esos militares allá para que los mataran”.
Están convencidos que, si todos los militares
asesinados duelen, el trato fue desigual con la tropa. “A los de arriba no les
pasó nada. A algunos familiares los metieron durante días en un hotel, pero
siempre tuvieron cuidado de mantenernos separados. Comida sí nos dieron, pero
el personal en general nos trató muy mal, de manera desconsiderada y grosera,
sobre todo a las personas humildes que preguntaban ansiosos sobre las
condiciones en que asesinaron a los soldados”.
Los hijos, las esposas y los padres quedan en estado de indefensión, porque muchos de los militares que murieron eran sostén de hogar.
“Cuando el hijo llamó al comando le aseguraron que
solo eran mentiras, que nada había pasado, que en cualquier momento su papá se comunicaría; ella se tranquilizó al
saber la información y dijo ‘Debe ser que ya viene por ahí en carretera y no
tiene señal’. Esa pobre mujer no sabía que su esposo tenía tres días muerto y
que su cadáver se estaba descomponiendo entre el monte”.
“Otra mujer supo, a través de su hermana, que en
Twitter publicaron que había militares asesinados en La Victoria del estado
Apure. Llamó a varias personas por teléfono, después de intentar
desesperadamente comunicarse con su esposo, de quien sabía que había sido
enviado a la zona de conflicto. Se consumió casi un día, desde que arrancó en
la madrugada, para llegar al Batallón al cual estaba adscrito su esposo”.
“Al llegar le insistió al joven de Prevención que le
diera razón, pero él le dijo que no sabía nada pero que hablaría con el jefe.
Poco después la atendió el comandante quien amablemente le dijo que no se
pusiera a creer nada de lo que publicaban las redes, que su esposo estaba levemente
herido y que en un santiamén estaría ya en su casa, además de que nada grave había
sucedido en Apure. Ella se marchó y cuando al día siguiente llegó a su casa del
viaje, ya era de madrugada; despertó con el grito de su hija, quien llorando
apenas murmuró: ‘dicen que los mataron, que están muertos’. Esperaron tres días
para que la Fuerza Armada confirmara que su esposo había muerto”.
Otro caso lo vivió una mujer que, al no saber de su
hijo, y ante los rumores de que había militares muertos, “caminó horas, porque
no había transporte, y el jefe del puesto, donde prestaba servicio su hijo, le
aseguró que él estaba sano y salvo, que estaba en combate, que hubo unos
heridos pero que estaban curándose en el hospital. El oficial le aseguró que
los únicos muertos eran unos guerrilleros. Al día siguiente una vecina le comentó
que en los WhatsApp de otros militares aparecía el pésame con la foto de su
hijo como fallecido”.
El hermano de uno de los fallecidos se presentó al
cuartel donde le habían negado la muerte de los militares y en tono airado,
gritando y llorando, decía: “mentirosos, mentirosos, están muertos, y ustedes
lo sabían”. Lo sacaron del lugar y de los compañeros de su hermano le dijo:
“perdone que no se los dijimos, pero no teníamos orden para hacerlo. A su
hermano lo mataron el viernes (23 de abril) al mediodía”.
Varios familiares confiesan que lo más doloroso es
saber que los dejaron en la sabana por varios días. “Esa imagen no se quita de
la cabeza fácilmente. Pensar que los dejaron como perritos abandonados. Algunos
recibieron los cuerpos una semana después, en urnas cerradas y con funcionarios
advirtiendo que estaba prohibido abrir las urnas. Lo que pasó nos tiene muy
decepcionados del Gobierno y de todo”.
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