Con el
encabezamiento “Rogatoria por mejores condiciones para nuestro hijo Igbert
Marín Chaparro”, los padres del joven oficial que fue imputado y presentado
como parte del Movimiento Transición a la Dignidad del Pueblo, solicitan
atención para su hijo, a quien desde el mismo momento de su detención se le han
violado los derechos humanos, después de casi tres años detenido le hicieron un
juicio exprés condenándolo a siete años de prisión. Todos los demás del caso
fueron trasladados a cárceles militares, pero a Marín lo dejaron en la DGCIM,
incumpliendo nuevamente la orden del Tribunal.
Los padres del
comandante relatan que “Igbert fue injustamente detenido el 2 de marzo del año
2018, momento desde el cual se ha violentado sistemáticamente todos sus
derechos fundamentales, a pesar de que le fueron otorgadas medidas cautelares
de protección por la CIDH (Comisión Interamericana de los Derechos Humanos) el
04 marzo de 2019, por considerar que se encontraba en una condición de gravedad
y urgencia y sus derechos enfrentan un riesgo de daño irreparable”.
Yocelyn Mercedes Carrizales Galiano de Marín, esposa del comandante Marín Chaparro
“Durante su
juicio, Igbert expuso ante los Jueces y los presentes las torturas a las que ha
sido sometido durante éste terrible período en el que ha estado detenido en las
instalaciones de la Dirección de Contra Inteligencia Militar, DGCIM, y en el
último año y medio en la irónicamente
llamada ‘Casa de los sueños’ que no es otra cosa que una celda de
castigo donde permanece aislado”.
“Se le ha negado
muchas veces acceso a la luz solar, lo que ha derivado en una fuerte
fotosensibilidad, al punto de generarle molestia severa en su visión cuando es
trasladado a otro punto sin que sus ojos sean vendados, adicionalmente está
presentando pérdida de visión en su ojo izquierdo”.
En una descripción
dolorosa lo que describe los padres de Marín Chaparro “en la más reciente
visita no pudimos siquiera abrazarlo pues el régimen de visita se redujo al
contacto a través de un vidrio”.
“Como padres
imploramos a las autoridades competentes le concedan mejores condiciones de
reclusión y hagan efectiva la orden de traslado a la cárcel de Ramo Verde (Centro
de Procesados Militares) emanada por la Corte Marcial en cinco oportunidades”.
Finalizan diciendo
“ponemos la mano en el corazón con la firme convicción de que nuestras súplicas
sean escuchadas”.
Esta es la directiva que según Diosdado era la Junta Restauradora de la Operación Gedeón
Bachelet y Diosdado
Mientras en su más
reciente informe la Alta Comisionada no resaltó lo más importante de lo que
ocurre en Venezuela con la violación de derechos humanos, el régimen venezolano
sigue encarcelando a quienes lo adversan o critican, sigue haciendo uso de la
administración de justicia, insiste en el secuestro o desaparición forzosa de
líderes políticos, militares y defensores de DDHH.
El mandato al que
el Estado venezolano estaba obligado, la resolución del Consejo de las Naciones
Unidas, no fueron cumplidas por el régimen venezolano, ante el silencio de
Michelle Bachelet que con un discurso edulcorante omitió los juicios exprés, la
tortura, los civiles juzgados en tribunales militares o militares juzgados en
tribunales ordinarios, el uso de la Instigación al Odio como la justificación
más frecuente que usan los fiscales, junto con los cuerpos policiales o de
inteligencia, para encarcelar a quienes el régimen considera molestos.
Familiares de Marín Chaparro
reaccionaron indignados ante el señalamiento de Cabello, preguntándose cómo es
que el comandante, que tenía entonces dos años y dos meses recluido en los
inmundos sótanos de la DGCIM, aparece en la directiva de esa Operación.
Para ese 5 de mayo tenía casi dos meses sin visita y sin ningún tipo de comunicación
con familiares ni abogados, más allá de dos llamadas de 30 segundos.
Uno de los sótanos de la DGCIM
El líder
En octubre del año
2020, cuando aún el GD (Ej) Carlos Enrique Terán
Hurtado era el director de Investigaciones de la DGCIM, se les permitió la
primera visita a los detenidos después de siete meses. El Gobierno necesitaba
horas de grabación donde a ellos se les viera felices, con trato de respeto y en
un lugar no inmundo.
Prepararon todo el escenario. Las cámaras ubicadas en
el lugar para desmentir el Informe de la Misión de Determinación de los Hechos
de la ONU. Después de siete meses sin comunicación, con un miedo nuevo, el de
la pandemia del Covid19, con tantas cosas que contar sobre las intimidades
familiares, los hijos que no han visto crecer, abrazar o celebrar sus nuevos
dientes, la culminación de sus estudios en primaria, bachillerato o universidad,
sus accidentes y sus amores. En fin, mucho por contar en tan poco tiempo y solo
quieren robarle ese momento de felicidad y verse en los ojos de los seres
amados.
En la DGCIM se aseguraron, esta vez, que la visita fuera en un sitio
distinto al tradicional, porque La Pecera es gélida, y la grabación para el
informe ameritaba un lugar menos deprimente. En esta oportunidad la visita
sería en un comedor, donde hay mesas de hierro con sillas soldadas.
La Alta Comisionada de la ONU para los DDHH, Michelle Bachelet
Todos los familiares obedecían las órdenes y oían con atención las advertencias
de los esbirros, pues no querían arriesgarse a perder esa primera visita
después de tantos meses. A los detenidos les ordenaron esperar sentados
mientras les advertían: “no pueden tocarse, nada de abrazarse, prohibido
quitarse los tapabocas o los guantes, deben mantener distancia, no pueden
levantarse de la silla, no pueden sentarse a un lado de la visita sino
diagonal”.
Los familiares empiezan a pasar al lugar, reprimiendo las ansias de abrazar
y besar al ser amado. Ahí está la cámara grabando cada detalle como una espada
amenazando con caer, mientras los custodios y el general Terán Hurtado vigilan
en silencio.
Yocelyn Carrizales es una abogada bella, esposa de Marín Chaparro y
madre de sus dos hijos; ella se acerca, con el nerviosismo de todos en la
visita cumpliendo con las normas. Cuando el comandante Igbert la ve, se paró
sobre la silla, se subió sobre la mesa, caminando sobre ellas, hasta que llega
al final de la hilera de mesas, se baja, se quita el tapaboca, abraza a la
impresionada joven y la besa como si fuera la única vez que tendría oportunidad
para hacerlo.
El comandante Marín Chaparro recibiendo un Batallón
La irreverencia de Marín no dio tiempo a que nadie se lo impidiera. Cada
uno de los familiares y detenidos estaban convencidos de que lo único que se
oía en el lugar era el estruendoso sonido de su corazón, cuando en realidad
hasta las respiraciones se paralizaron. Solo bastaron esos segundos para que se
generara una reacción en cadena y todos los presos se quitaron la invisible
cadena y se lanzaran a los brazos de sus familiares; eran siete meses sin
verlos, sin abrazarlos, sin tocarse con las manos o los ojos. Ya no importaron
las normas.
Terán Hurtado, que sabe de Inteligencia, entiende por qué ese joven
comandante es un líder, por qué es un peligro, aunque esté tras las rejas. El
régimen tiene miedo a los valientes, a los que rompen esquemas, a los que no siguen
las reglas injustas y más aún a los que saben que ese momento que la pareja
vivió es un recuerdo que los marca y los eleva más allá de los barrotes y el
tiempo.
La orden del juez Yoffer Javier Chacón Ramírez que lo condenó es ignorada en cuanto al sitio de reclusión
A Marín Chaparro lo han mantenido desde marzo del 2018 en los sótanos de
la DGCIM, en esos lugares de dolor y miedo. Cuando la Casa de Los Sueños estuvo
terminada lo recluyeron ahí; a veces en otras celdas cercanas hay detenidos que
permanecen un tiempo o regresan de manera intermitente. A él lo han confinado
de manera permanente a ese lugar de tortura.
El juez Yoffer
Javier Chacón Ramírez, en un juicio exprés condenó a siete años y medio, a los
tenientes coroneles (Ej) Igbert José Marín Chaparro, Deibis Esteban Mota Marrero, Erick
Fernando Peña Romero, Víctor Eduardo Soto Méndez y Juan Carlos Peña
Palmentieri. En el caso de Marín la Dgcim ignora la decisión del juez para que lo
trasladen a la cárcel de Ramo Verde.
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