A un año del fallecimiento, un informe de Provea busca aclarar qué sucedió aquel 12 de octubre y los antecedentes que provocaron el desenlace
Sebastiana Barráez/ miércoles 12 de octubre 2022
@SebastianaB
Era tal el temor que el general en Jefe retirado (Ej) Raúl Isaías Baduel le causaba a régimen venezolano que ordenaron operarlo de una hernia inguinal, a prisa, en una carpa instalada en las afueras del hospitalito de Fuerte Tiuna, ni siquiera lo sometieron a la observación post operatoria. Eso ocurrió el 23 de diciembre 2020, cuando un urólogo, que ahora vive en España, llevó a cabo la intervención quirúrgica del alto oficial, cuya salud, desde entonces se deterioró progresivamente, según revela un informe presentado por Provea a un año de la muerte del alto oficial.
Lo ocurrido se manejó con opacidad, pero es relevante para que el 12 de
octubre 2021 el general en Jefe retirado (Ej) Raúl Isaías Baduel, muriera en La
Tumba, como se le conoce a un terrorífico calabozo de la sede principal del
Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), según el informe presentado por
Provea en el marco de un foro con participación de la esposa y una de las hijas
del oficial, así como del investigador.
El informe del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos
Humanos (Provea), que se titula La Muerte Lenta del General Raúl Isaías Baduel, busca
aclarar qué sucedió en realidad, aquel 12 de octubre hace un año, con el hombre
que regresó a Hugo Chávez a la presidencia de la República, cuando el 11 de
Abril 2002 fue sacado del poder. El Ministerio Público dijo que el exministro
de la Defensa falleció a causa del Covid, pero la versión no parecía creíble.
A Baduel lo intervinieron quirúrgicamente de una hernia inguinal que le
había sido diagnosticada en agosto de ese año. Pero desde ese 23 de diciembre,
“la salud del preso político, lejos de mejorar, empeoró progresivamente”,
revela la investigación que realizó Edgar López de Provea.
“La operación se llevó a cabo en un quirófano improvisado a las
afueras del hospital militar Dr. Vicente Salias Sanoja, ubicado en Fuerte
Tiuna”, dijo la esposa Cruz María de Baduel.
El abogado Carlos Diez relata en el informe que tuvo contacto con
Dieguez Salinas. “A mediados de 2020, fui al Sebin de Plaza Venezuela a
entregarle al general unas medicinas para la hipertensión. Después de mucho
insistir, uno de los funcionarios me sugirió que buscara al doctor Dieguez,
encargado de prestar asistencia médica al personal del Sebin y a los reclusos
en La Tumba. Y me dio la dirección de una de las clínicas donde trabajaba el
doctor Dieguez. Yo fui hasta allá y le entregué las medicinas. Las otras veces
que entré en contacto con él fue para indicarle que estábamos haciendo
gestiones para que el general fuese operado en una clínica privada, en las
mejores condiciones posibles”.
En el último encuentro que tuvo con su esposa, el mismo Baduel le confirmó
que Dieguez Salinas fue quien lo operó. “Vicente Dieguez Salinas salió de
Venezuela y ahora reside en España. No accedió a contestar las preguntas que
le formuló Provea por escrito, para que aclarara su participación en la
intervención quirúrgica que le fue practicada a Baduel el 23 de diciembre de
2020”.
“Por el sonido de los trenes del Metro de Caracas, a su paso por la
estación Zona Rental, contigua a la sede del Sebin, en Plaza Venezuela, el
general Raúl Isaías Baduel podría calcular que aproximadamente a las 6:00 am
del 23 de diciembre de 2020 se realizó la operación tipo comando que
marcaría un antes y un después en su vida y que, en definitiva, lo acercaría
más a la muerte”.
El abultamiento en la parte derecha del abdomen sería la hernia
inguinal. “Raúl me dijo que el diagnóstico se lo hizo una médica que
prestaba servicios para el Sebin llamada Ninoska Nieto, aproximadamente en
agosto de 2020. En esa oportunidad, también le diagnosticó hiperplasia
prostática. Esa médica recomendó una intervención quirúrgica urgente, para
evitar mayores complicaciones”, cuenta Cruz María de Baduel, esposa del
general.
El informe de Provea relata que “a pesar de la imposibilidad de verlo
con regularidad, los familiares y abogados comenzaron a hacer gestiones para
que Baduel fuese operado en una clínica privada por médicos de su confianza”.
Ese 23 de diciembre de 2020, sin las garantías que reclamaba la familia
y el general, “unos 20 funcionarios del Sebin, apertrechados con armas largas,
trasladaron a Baduel en vehículos blindados”. Él llegó a saber para dónde lo
llevaban cuando llegó a Fuerte Tiuna y, más específicamente, al hospital
militar Dr. Vicente Salias Sanoja, conocido como El Hospitalito.
La intervención quirúrgica habría durado aproximadamente tres horas.
“Baduel le contó a su esposa que tan pronto volvió en sí le mostraron dos
masas sebáceas de aproximadamente kilo y medio cada uno: “Esto fue lo que te
sacamos”, le habrían dicho.
“Él dice que estaba mareado, pero que recuerda a un militar que se
comunicaba constantemente por teléfono y después de cada mensaje que recibía
le reiteraba a todo el equipo médico la orden de devolver a Raúl a La Tumba
lo más rápido posible”, narró Cruz María de Baduel.
Cinco días después, el 29 de diciembre 2020, le permitieron a su
esposa visitarlo. “Cuando entré al Sebin, el impacto para mí fue horrible. No
sabía que lo habían operado. Tenía todo el cuerpo edematizado, parecía una
nevera. Tenía los pies tan hinchados que no se podía calzar. El bulto en el
abdomen permanecía intacto. ¿Qué le sacaron? Él me decía que el dolor era
insoportable, que sentía que le desordenaron los órganos abdominales”.
Andreína Baduel, una de las hijas del general, dijo que después de la
intervención quirúrgica, lo trasladaron de nuevo a La Tumba, sin la necesaria
observación. “Ni siquiera les importó que tuviera mucho dolor. La operación
implicó una incisión en el abdomen de unos 20 centímetros. No le
suministraron analgésicos o lo esencial para que él mismo se hiciera las
curas. En su celda no había agua y tenía que esperar que atendieran su
llamado para ir al baño y limpiarse la herida”.
El 2 de octubre 2021, diez días antes de la muerte de su padre, Nayesca
Baduel, pudo conversar con él. “Fue muy doloroso verlo totalmente edematizado:
su rostro, las manos, todo su cuerpo. En La Tumba nunca atendieron esa
afección. Durante esos 40 minutos que estuvimos juntos y conversando en un
espacio habilitado para las visitas en El Helicoide, él siempre estuvo de pie
y se movía de un lado a otro, como tratando de equilibrar su peso”.
“El médico que dio el alta no fue Vicente Dieguez, quien dirigió la
intervención quirúrgica, según me confirmó mi papá; le dio de alta un
teniente, un hombre joven que estaba muy nervioso, porque se le exigía que el
retorno a La Tumba se realizara lo antes posible”.
“Ese día me relató muchos síntomas que comenzaron a aparecer luego
de esa operación que se le practicó en diciembre de 2020, en una carpa afuera
del hospital militar de Fuerte Tiuna, de manera clandestina y sin las
previsiones que requería ese tipo de acto quirúrgico. Yo en el fondo sabía
que mi papá en cualquier momento podía fallecer”.
Margareth Baduel, tenía más de un año sin ver a su padre y lo pudo
visitar el 2 de octubre de 2021, después de una última desaparición forzada
a propósito de su traslado de La Tumba a El Helicoide: “Él estaba muy hinchado
y me dijo que estaba así después de esa operación que le hicieron clandestinamente, que empeoró la salud de mi papá hasta que su organismo colapsó
por completo”.
“La información recabada por Provea indica que la falta de atención
médica oportuna y de calidad fue una constante durante los casi 11 años que
Baduel estuvo preso y provocó un progresivo deterioro de su salud”.
“La Misión Internacional Independiente de Determinación de Hechos
sobre la República Bolivariana de Venezuela exigió la apertura de una
investigación sobre las circunstancias de la muerte de Baduel en prisión, con
apego al Protocolo de Minessota. Formalmente, el Ministerio Público abrió una
averiguación, la cual quedó a cargo del fiscal 94° Renny Amundaraín, pero
los familiares no han sido informados sobre el más mínimo avance”, destaca
Provea.
“El
silencio en procura del olvido es un mecanismo de impunidad, como el silencio
que guarda el Ministerio Público, como el silencio que guardan las autoridades
del Sebin, como el silencio que guarda el médico que intervino
quirúrgicamente a Baduel el 23 de diciembre de 2020”, destaca el informe de
Provea.
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